Capítulo 4

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Capítulo 4:

Llegar, que me toque compartir habitación con Karen, caminar solitariamente por todos los lugares y rincones, comer sola, ser la que no tiene amigos…

Así visualizo yo mi verano.

Sí, soy súper optimista.

Estamos en la camioneta de Aria. El maletero contiene cuatro maletas: dos de Karen y dos mías. Necesitaré ropa, muchísima ropa. Supongo que habrá cuarto de lavado, pero no estoy segura, ni me he leído el folleto, no se exactamente a donde me llevan.

Ya quiero que se acabe el verano, que empiece septiembre y volver a la deprimente rutina de todos los años: madrugar, instituto, almorzar, estudiar, ducha, cenar y dormir. Así todos los días. Menos los fines de semana, que me dedico a observar el techo de mi habitación mayoritariamente, mientras la gente de mi edad sale al cine, a dar una vuelta o como dicen las chicas de ahora: “de Shopping”, yo me quedo en mi casa leyendo, escribiendo, pensando… Deprimente.

Me llaman antisocial. Y probablemente lo sea, pero no quiero. Quiero tener amigos a los que llamar y contarles mis problemas, y dar consejos para que arreglen los suyos… Con quien reír, llorar y recordar momentos.

Hace un año yo tenía amigos. Pero después de la mudanza… Me costó adaptarme al pueblo y a la gente. Todos tenían sus grupos cerrados, y yo no tengo la confianza de acercarme a alguien y sacar un tema de conversación.

Ya basta. Tengo que dejar de deprimirme sin hacer nada al respecto. Este campamento es mi oportunidad:

“Cuando alguien me mire he de sonreír, tengo que mostrar simpatía, y dar confianza. Debo ir segura de mi misma, fuera los complejos. Pensar antes de hablar, en ocasiones, soy muy cabezota, y digo lo que no debo. Cabeza bien alta, que nadie me impida vivir feliz mi vida.”

Llegamos al campamento. Me sorprende lo grande que es y la cantidad de gente que hay, desde niños a adolescentes, como yo. Tengo 16 años, así que estaré en el grupo más alto.

Hay un gran cartel a la entrada:

“BIENVENIDOS AL CAMPAMENTO ABIGAIL LANCASTER.”

-Ya hemos llegado chicas. – Aria sonríe ilusionada.- Yo debo seguir mi camino así que disfrutad. Llamad en algún momento ¡no os olvidéis de mí!

Nos despedimos y nos bajamos del coche.

Comienza la aventura.

Estúpido amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora