5 | «Olfateo»

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Corrí lo más rápido que mis poco deportivas piernas me permitían. Tratando de ser suave, ya que aún mantenía a Gatito metido en mi mochila. Para mí alivio, no tarde en llegar. Visualice a la distancia a una muy impaciente Nami caminando en círculos alrededor de la entrada del parque. Pues que decirles, se veía como siempre: muy guapa. Había peinado su extensa melena pelirroja con dos coletas, vestía una camisa de cuadros un poco larga, unos shorts negros que daban una bonita vista a sus alargadas piernas y zapatos deportivos.

-¡Nami! -La llamé agitando uno de mis brazos sin dejar de correr a la distancia, su expresión se suavizo ligeramente en cuanto me vio.

-Tarde. Muy tarde. -La escucho murmurar apenas logre detenerme.

-Perdóname... padre... alarma... Y-yo... Lo siento. -Dije jadeante, sosteniéndome con mis brazos pegados a las rodillas. Ella soltó un suspiro.

-Tienes suerte de que aún no estén aquí. -Me dijo con una ceja levantada mientras cruzaba los brazos, con una casi imperceptible sonrisa torcida en los labios. Señalo a la pequeña mochila negra de cuero colgando mi espalda. -¿Qué llevas ahí...?

De un movimiento que aprendí gracias a las pocas películas de acción que había visto, esquive su mano que iba en dirección a tocar el escondite de Gatito. Me observo, como si estuviera loca.

-¿Qué crees que haces...?

Lo intento de nuevo, hice lo mismo. Y otra, otra, otra, otra y otra vez. Comenzaba a cansarme y la curiosidad por saber que tenía en mi maleta aumentó en los ojos de Nami, quien cuando se trataba de algún chisme o dinero parecía nunca perder la energía.

-¡Te atrape! -Anunció victoriosa estrujando la mochila en sus manos en un despiste mío. Un maullido acompañado de varios gruñidos revelaron a mi invitado no deseado. Ella se alejó asustada. Por instinto abrace con suavidad la mochila contra mi pecho, sonriendo incómoda.

-¿Qué demonios f--

-¡Nami~! -Una llamativa, ruidosa y familiar exclamación la obligó a callar y prestar atención hacia otra dirección.

Era una de esas veces en las que agradecía la escandalosa personalidad de Luffy. Corrió hacia ella sin borrar su tan característica sonrisa junto con su sombrero colgando en su espalda. Como la ocasión lo ameritaba vestía un conjunto bastante casual pero que no lo hacía ver menos atractivo. Una camiseta blanca con el estampando de una sonriente calavera, sobre esta llevaba un chaleco amarillo sin cerrar, unos pescadores de mezclilla y unos zapatos deportivos blancos.

-Hola, Luffy. -Devolví con un rápido movimiento la mochila a mi espalda deseando que Nami lo dejara pasar ahora que el chico que le gustaba estaba frente a ella. Enrosco uno de sus dedos con su cabello con una timidez muy contraria a lo que ella solía ser. -T-te ves bien.

Él soltó varias carcajadas muy animado con un ligero rosa en las mejillas.

-¡El parqué huele muy bien! Digo... ¡Ustedes huelen bien!

Yo lo mire extrañada, ¿Que olemos bien?  Por muy raro que había sonado aquel intento de cumplido, lo que más me sorprendió fue ver a Nami actuar como una adolescente nerviosa y sonrojada por esas simples palabras.

«El amor... ¿Quién demonios lo entiende?»

-¿Y... "nuestro invitado sorpresa"? -Ambos intercambiaron miradas de complicidad. Las sospechas comenzaron a crecer en mi mente.

-¡Ven aquí! -Llamo Luffy con un muy hiperactivo movimiento de mano. "Él" no tardó en hacerse presente.

Las similitudes eran muchas pese a no compartir la misma sangre. Cabello negro, algo largo. Ojos azabaches con un brillo coqueto al igual que su sonrisa, adornada con unas pecas que le daban una apariencia infantil sin dejar de ser seductor. O eso era lo que oía cuchichear a las chicas que se sentaban delante de mi en el instituto. Mi sonrisa se fue borrando con lentitud.

-Ace-senpai... -Murmuré inexpresiva al verlo fijar sus ojos descaradamente sobre mi. Los chicos no se molestaron en ocultar su felicidad.

-Vaya, Ritsu. Que sorpresa. -Dijo sonriendo como todo un galán. Y es que realmente lo era, aún cuando solo vestía una camiseta manga larga negra sin estampado, unos vaqueros no muy ajustados y un par de converses rojos. Le arrojó a Nami una mirada fulminante. ¡¿Qué clase de complot era este?!

-Bueno~, Luffy y yo iremos por acá. -Dijo arrastrando al mencionado de la camisa. Si Luffy tuviera una cola lo más probable es que la estuviera moviendo de un lado al otro con frenesí por el tacto de Nami. -Y nos reencontraremos con ustedes aquí antes del anochecer. ¡Diviértanse!

«Nota mental: No confiar en Nami nunca más.»

Tuve la tentación de irme de ahí y dejar a ese donjuán con pecas plantado. Pero él... fue mucho mas rápido. Tomó mi mano con descaro, e intento seducirme con otra de sus estúpidas sonrisas.

-¿Vamos~? -Ronroneo en un tono suave.

Sentí en mi maleta el movimiento algo brusco de Gatito. Con aires para nada emocionados que el probablemente ignoro, me arrastró por el parque. No me negué ni trate entablar o mantener una conversación con él. Mientras más rápido seguía su juego, mas rápido podría irme de ahí.


Law, mi lindo gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora