11 | «Cabezazo»

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Law llevaba aproximadamente veinte minutos -quizás más quizás menos- explicándome algo relacionado con un tío loco con un nombre parecido a los flamencos, ser forzado a formar parte de un experimento en contra de su voluntad y... ¿mencionó algo sobre peces con sobrepeso o algo así...? ¡No lo sé!, la verdad es que no podía apartar mis ojos del par de esponjosas y oscuras orejas felinas que habían salido de repente entre su cabello. Perdí aún más el hilo de la conversación en cuanto me percate de que también tenía una cola.

-Ritsu-ya... ¿Ritsu-ya, me estas escuchand--

Sin previo aviso estire mis brazos hasta pellizcar ambas orejas con mis dedos. Una y otra vez, solo para asegurarme de que eran reales. Law se quedó completamente estático.

-Esto debe ser un sueño... -Murmure para mi misma, sin poder creerme aún todo lo que acaba de vivir estás últimas horas. Sus orejas eran suaves, deslizándose sedosamente entre mis dedos. ¡Y no hablemos de su cabello! Era enviable como con un baño rápido y sin mucha técnica a la hora del secado, el cabello de Law resplandecía como el pelaje de un cuervo. 

Se alejó de mí con un movimiento ágil y rápido, con la cola erizada y las pupilas alargadas. Sus cejas levemente fruncidas temblaban un poco, sonreía notoriamente incomodo y sus mejillas estaban algo ruborizadas.

-¡¿Q-qué demonios Ritsu-ya?! -Gruño, encogido al otro lado de mi habitación. Yo lo mire sin entender.

Lo escuché gruñir otra vez luego de darme una mirada rápido para comprobar que definitivamente no entendía la razón por la que actuaba de forma tan cautelosa. Despeino su cabello con algo de  brusquedad, noté que su cola se meneaba de un lado a otro. Estaba muy inquieto. Soltó un largo suspiro para proceder a mirarme con unos cómicos ojos gatunos y una sonrisa arrogante.

-Eres muy atrevida, Ritsu-ya.

-¿Qué? -Y como si hubiera sido parte de una especie de iluminación divina, logré captar el mensaje oculto en sus palabras. La vez que lo metí en mi pecho, la extraña forma en la que me miraba cuando me preparaba para tomar un baño, cuando lo besé esa mañana y, ahora, que probablemente acababa de tantear un lugar muy sensible para el hombre gato frente a mi. El color de mi rostro tomó un sinnúmero de tonalidades derivadas al rojo, lo supe porque los mofletes me ardían y sentía una sensación de vergüenza justo en el estómago. -¡E-eres un pervertido!

Sus cejas se arquearon aún más, indignado por recibir esa declaración.

-¿Yo? -Se señaló, entre molesto y divertido, probablemente por la cara que estaría haciendo ahora mismo. -Te recuerdo que la única víctima aquí soy yo.

-¡¿Disculpa?! -Reproche, con muchas ganas de estrangularlo. -¡Se supone que eras un gato, un gato! ¡Nunca creí que detrás de esos lindos ojitos y esa naricita rosada se escondería un pervertido nudista!

Law sacudía las piernas con impaciencia.

-¡Pues para tu información este "pervertido" fue el que te salvó dos veces el mismo día! ¡Y de unos pervertido de verdad! -Expresó con una arruga entre los ojos y una mueca de disgusto.

Ahora la que se quedó helada fui yo. Reviví la escena en la que Ace intentó sobrepasarse y Law -en su forma gatuna- lo había enfrentado sin dudas. También se me hizo imposible no olvidar a esos tres tipos que estuvieron a punto de... Ahg, no quiero ni pensarlo. Él me mira fijamente, esperando a que diga algo. Por mi lado, analice un poco más las cosas y como se habían desarrollado los acontecimientos estos últimos minutos, horas, días... algo en mi mente hizo un cortocircuito.

-¡Ahh! -Grite, haciendo que él se sobresaltara y me arrojara una mirada irritada mientras tapaba sus orejas. Sentí que la sangre volvía a subirme a la cabeza. -T-t-tú... tú... ¡Tú!

Law, mi lindo gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora