2 | «Zarpazo |2|»

4.4K 543 30
                                    

Procese las palabras de Nami. 

¿Un gonko? ¿El sábado? 

Para empezar... ¿Qué día era hoy? 

Por instinto fruncí los labios con clara desconfianza. Algo no me olía nada bien.

-¿Eres consciente de que puedo preguntarle a alguien más? -Le hale la mejilla a Luffy que trataba de robar de mi obento. -Además mi padre es muy estricto con lo de las salidas. -Por primera vez me sentía feliz de que esto último fuera verdad. Para ser sinceros... Nami y Luffy eran los únicos con los que podía hablar con completa libertad, y estaba más que claro que no iba a ser capaz de preguntarle a alguien más por mi excesiva timidez. Ella lo sabía, lo sabía a la perfección.

-No te preocupes. -Levantó su pulgar llena de confianza, ignorando mi intento de hacerla desistir de esa idea. -Convencer a Midori-san es mi especialidad.

Resople ahora con ambas manos tirando de las muy maleables mejillas del azabache sin prestarle atención a las incoherencias que soltaba adolorido. Sabía por la filosa mirada de Nami que ya no tenía forma de escapar.

-No te desanimes, -Me dijo, acariciando mi cabeza como si fuera un perro. La fulmine con la mirada. -y deja de maltratarlo sino, no estará presentable para la cita. 

El rostro de ambos mostró confusión al instante.

-¿Qué Luffy qué?

-¿Gue io gue?

Lo deje libre de mi agarre, dando por terminada la ley del hielo. Intercambiamos miradas recelosas, haciendo una tregua silenciosa para proceder a buscar respuesta por parte de la pelirroja. Ella se tapó la boca como si acabará de revelar una sorpresa, a propósito.

-Oops~. -Se levantó de la mesa, evadiendo nuestras miradas incriminatorias sin parar de sonreír. -Nos vemos en el parque de diversiones el sábado de tarde. Y dile a Midori-san que seré yo quien te cuide.

Se despidió haciendo un gesto de amor y paz. Luffy volvió a dejar caer la cabeza sobre la mesa soltando un bufido con resignación.

-A veces Nami puede ser realmente insistente.

-Si, -Recargue mi mentón sobre mi mano, con la ayuda de la mesa. Luego, le sonreí con picardía para proceder a decir: -y tú la amas.

Mi comentario tuvo el resultado que esperaba. Se sonrojo tanto que intento ocultarlo con sus manos. Habría continuando molestándolo pero la campana me lo impidió, interrumpiéndome por segunda vez en el día cuando estaba a punto de hacer algún cometido. Las clases fueron demasiado lentas a partir de ahí. Continuaba ignorando a Luffy para evitar recibir otro castigo, mientras que él intentaba llamar mi atención arrojándome desde el asiento de atrás pedacitos de borrador y una que otra bola de papel. Y la verdad es que mentiría si dijera que preste atención a las clases, mi mente sólo me llevaba una y otra vez a encontrarme con el minino de hermosos ojos grises. Solté un suspiro pensando en lo lindo que se vería siendo acariciado por mi o jugando con una bola de estambre. Al final los dos estuvimos a punto de terminar en detención. Yo por no prestar atención y Luffy por andar haciendo el tonto en clase de Smoker-sensei. Al parecer, todos los profesores estaban algo tensos...

¿Por qué será...? ¿Tenia que ver con los crecientes rumores del supuesto secuestro? Mi inquietud aumentaba por cada segundo que transcurría sin que esa duda se disipará.

ฅ(• ɪ •)ฅฅ(• ɪ •)ฅฅ(• ɪ •)ฅ

Salí del instituto dando pequeños pero largos saltitos. En este punto ya no me importaba que todas las miradas estaban sobre mí, la alegría que desbordaba mi semblante y lenguaje corporal se debía porque al fin vería al ladrón de mis pensamientos y culpable de mis regaños a lo largo del día. Una vez fuera, corrí como si no hubiera un mañana. Olvidando por completo despedirme de Nami y Luffy. Ya les enviaría un mensaje.

-¡Ya llegó por quien llorabas! -Frené en cuanto quede frente a la caja dentro del callejón. No había sido la mejor forma de aparecer. Su pelo se había erizado y me mostraba los dientes con una irritación que me daba unas ganas de comérmelo a besos.

-Lo siento, lo siento. -Me disculpe flexionando mis rodillas y buscando en mi bolso. -Traje algo que sobró de mi almuerzo, tienes suerte de que no deje que Luffy se lo robara. -Le comenté, olvidando que no podía entender nada de lo que le decía.

-Mira mamá, esa chica esta hablándole al gato. -Oí una voz infantil a mis espaldas acompañada de pasos. Mi sonrisa quedo congelada en el rostro, el gatito pareció levantar una de sus cejas poblada de largos bigotes.

-Shh... -Ahora una voz femenina, probablemente su madre. -No te acerques tanto, es extraño.

La vergüenza se apoderó de mi... ¡la cara me ardía! ¡Me siento tan estúpida! Lo oí soltar unos gruñidos que pude identificar como una risita. Hasta el gato se reía de mi... De haberse tratado de una persona lo más probable es que me hubiera sentido aún más idiota. Pero era un gato... y estaba herido. Le serví los restos de mi pollo frito en una de las esquinas y,  con algo de confianza, muy, muy poca en realidad, se dedicó a comer viéndome de reojo.

Era muy listo. Al parecer había notado que tenía planeado curarlo. No se mostraba muy feliz... o eso me pareció cuando se apresuro en comer y se acostó hecho bolita en una de las esquinas más lejanas a mí. Suspire resignada. Un par de comidas no iban a ganar su confianza, cosa que hacía más difícil cumplir mi misión. Mire la hora de mi teléfono. Debía darme prisa o de lo contrario mi padre se preocuparía. Mire al gato con el entrecejo fruncido. Ahora que lo pensaba no le había puesto un nombre... y dirigirme a el como "el gato" o simplemente "gato" era molesto.

-¡Gatito! -Lo señale sonriente. El bajo sus orejas con... ¿desaprobación? La verdad es que no podía culparlo, no era muy creativa al momento de poner nombres. -¡Nos vemos mañana! -Me despedí lazándole un beso. Mientras caminaba me sentí completamente frustrada, sin saber que hacer para poder ayudar a Gatito. Debía curarlo lo más rápido posible o se infectaría y... su vida correría peligro.

No podía dejarlo así pero tampoco podía tomar la decisión de llevarlo a mi casa, ¡ambos estaríamos fritos si papá llegaba a descubrirlo! Se me escapo un suspiro y luego una risa amarga... mi padre tenía tantas reglas solo para compensar el hecho de su escasa atención en mi.

Law, mi lindo gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora