8 | «Roce |2|»

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Una espaciosa y lujosa sala de reuniones con escasa luz conformaba el panorama visible para el señor Midori Yamato. Sus nervios estaban por matarlo... ¡En toda su vida como profesional, jamás había sido citado a una reunión con los peces más gordos de la compañía!

-Dr. Vegapunk y Midori-sensei... -En uno de los extremos de aquella larga mesa yacía Gladius, el secretario principal de toda la Donquixote Family. -entenderán que los problemas por los que estamos pasando... nos ponen a todos en una situación muy difícil.

Vegapunk golpeó con un puño la mesa.

-¡Esto me parece inaceptable! -Confrontó a la sala. Yamato permaneció helado y completamente inmóvil. -Desde un principio, mi socio y yo nos negábamos a usar tan prontamente el ADN en un humano... ¡Y ahora qué el sujeto escapó, planean hundirnos con ustedes!

Silencio. Todas las miradas estaban sobre ambos científicos ahora... Yamato a punto de explotar por la presión, miró a su compañero y jefe deseando que fuera más prudente en sus palabras. Es decir, ¡Tenía toda la razón! Pero enfrentarse de esa forma a todos esas poderosas y malignas personas... era un suicidio. Vegapunk no mostró ni una pizca de arrepentimiento. Yamato miro el rostro amenazante ubicado en cada asiento... haciendo lo posible por no cruzar mirada con la para nada expresiva e inescrutable cara de Doflamingo.

-¡Miserable! -Trébol, otro miembro importante de la Familia Donquixote, fue el primero en reclamar sumamente indignado. -¡¿Quién te crees que er--

Sólo hizo falta un movimiento de mano para que Trébol guardará silencio. Doflamingo les dedico una sonrisa espeluznante a todos, los músculos de Yamato se tensaron, abrumado por el miedo que le ocasionaba su no muy amigable mueca.

-Es entendible su cólera, Dr. Vegapunk. -Hizo una pausa, levantando los brazos. - Pero yo conozco más que a nadie al sujeto de prueba... después de todo, fui yo quien crio a ese diablillo.

A las espaldas de Doflamingo, un proyector se encendió reproduciendo un vídeo sin audio. En ella se veía claramente la escena de un monstruoso hombre con enormes garras y pelaje negro arrasando con la seguridad y guardias de un laboratorio. Por escasos segundos el vídeo enfocó el rostro colérico de esa bestia... No era más que un joven no mayor de dieciocho años, sus furiosos ojos grises fueron como una advertencia muda a todo aquel que viera los vídeos de la cámara de seguridad.

Me vengaré.

Un disparo logró alcanzarlo antes de diera un salto por una de las ventanas, haciendo añicos el cristal.

-Encuentren a Law y asegúrense de que este con vida. -Ordenó con seriedad. Un grupo de hombres fornidos y armados, vestidos completamente de negro contestaron un fuerte Si, señor. -No dejen ningún testigo vivo. -Segundos después de pronunciar aquella oración, la docena de matones se retiró de la sala. -Mis hombres son rápidos y despiadado cuando se trata de un trabajo. Verá como este pequeño incidente no será descubierto por la policía ó, mucho menos, la Marina. Así que relájense y contienen trabajando en el proyecto Wild Warrior. -La sonrisa de Doffy se ensanchó. -Por lo que se muestra en este video, parece estar está siendo todo un éxito.

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-Esto apesta...

Mi suerte era la peor. ¡La peor! Primero la no muy agradable sorpresa de tener una cita con el mujeriego de Ace, luego el mismo idiota trato de besarme y aprovecharse de mi, ahora era muy tarde y... ¡Y la maldita lluvia había regresado!

Estaba completamente empapada, sin ganas de correr a alguna esquina y refugiarme de pescar un resfriado o lo que sea. Al menos con tremendo aguacero, mi rostro lloroso se camuflaba a la perfección. Gatito me miraba con preocupación desde el interior de mi mochila, la cual abrazaba contra mi pecho, en un intento de ahogar lo miserable que me sentía.

-Los chicos son unos idiotas... -Al encontrarme con sus finos y hermosos ojos grises... tuve que retractarme. -Todos lo chicos menos tú... Me salvaste hace un rato. Gracias. -Deslice mi dedo suavemente debajo de su mentón, el cerro los ojos complacido. -Prepararé algo delicioso para cenar cuando lleguemos a casa. -Le dije, comenzando a retomar mi ánimo.

-Pero que tenemos aquí. -Oh, no... Me detuve la oír la voz de un hombre arrimado en una pared frente a mi, acompañado de otros dos. Sentí como sus miradas me recorrían de arriba a abajo, con expresiones y sonrisas asquerosas. Se me revolvió el estómago. -¿Qué hace una hermosa señorita como tú merodeando a estas horas de la tarde por aquí?

-¿Será que se perdió? -Comentó otro, con un tono burlón. -Mírala, está toda empapada.

-Entonces supongo que deberíamos ayudarla. -Secundo el restante, relamiendo sus labios. -Ya sabes, "para que no se resfríe".

Trate de ignorarlos y seguir con mi camino. Uno de ellos tiro de mis brazo. La angustia comenzó a hacerse visible en mi rostro.

-Vamos, te trataremos muy bien y nos divertiremos juntos.

-N-no, gracias... -Mascullé apenas, con la sensación de que perdía la fuerza y mis rodillas flaqueaban.

-¡No seas así dulzura, será divertido!

-Eres muy linda... -Una mano deslizó suavemente sus dedos por mi cintura. Y en una descarga de adrenalina, grite:

-¡Dije que no! -Abofeteé al sujeto que se atrevió a tocarme. Mi momento de gloria duro muy poco.

-¡Perra! -Recibí una bofetada el doble de fuerte que logró tirarme al suelo, sobre un charco. ¡Dolía, diablos que dolía! Las lágrimas fluyeron otra vez. Vi como mi mochila quedaba varios metros lejos de mi.

-¡Deténganse, por favor! -Como si me tratara de un trapo, uno de los hombres me obligó a levantarme tirando de mi cabello. El cuero cabelludo me ardía, sentía que me iban a arrancar la cabeza, aullé adolorida. Prontamente mis brazos fueron aprisionados con fuerza detrás de mi espalda. Intente patalear para soltarme. -¡Por favor, alguien ayúdame! -Solloce a gritos, desesperada.

-¡Cállate!

Un puñetazo directo a la boca de mi estómago me dejó sin aire... vomite lo poco que había ingerido esa tarde. Me desplome dando retorcijones directo al suelo, a duras penas manteniendo mis manos sobre mi barriga, tosiéndose para no asfixiarme. No tenía fuerzas para nada... Mi garganta quemaba como el infierno, mis extremidades temblaban y estaba sangrando por los raspones que tenía ahora en la frente y rodillas... Me petrifique por causa del pánico y el latente dolor. Ya no podía diferenciar las voces o lo que pasaba a mi alrededor... tan sólo había ruido e imágenes borrosas.

Cerré los ojos, débil... esperando a lo peor. Oía voces y alaridos lejanos, como si mi sentido del oído hubiese sido afectado por todo los golpes. Para cuando los volví abrir, los abusadores apenas podían tratar de huir mientras gritaban aterrados... ¿Acaso alguien los enfrentó ?
Un par de firmes brazos me levantaron del suelo, pude apoyarme en un pecho cálido y cómodo. Tenía una sensación de nostalgia ante ese tacto... Pero estaba lo suficientemente ida como para no saber de quien se trataba.

Unos bellísimos orbes grises, bañados en compasión y culpa... fueron lo último que vi antes de que todo se sumiera en oscuridad.

Law, mi lindo gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora