Final

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—Estaba muy preocupado—dijo Yuto después de unos instantes de abrazarse al chico y que este le apretara la espalda suavemente. El de ojos grises notaba como el otro se estaba apegando mucho a él, en busca de algo, de confort o de simple perdón por lo ocurrido. Y no podía simplemente con él—, demasiado, estos dos días sin ti han sido casi un infierno demonios—le apretó un poco el agarre sobre la espalda que le tenía sin llegar a dañarlo—. He visitado tu casa todos los días, esperando a que me contestaras, de verdad he estado tan... asustado por ti...

—Lo siento... de verdad lo siento—se hundió más en los brazos del otro en un intento por disculparse aún más. Este es el tipo de cosas que él había querido evitar a toda costa. Pero no había podido, debió de venir esos dos días, debió de estar presente y afrontar lo que le habían preparado. Esto no era más que un resultado de sus acciones egoístas. No estaba orgulloso de estas, nunca lo estaría—. Lamento haberte dejado de esta manera... no debí hacerlo... tenía que venir contigo y...

—No Yuya—negó Yuto desde allí, con ganas de besarlo hasta que dejara de sentirse mal. No lo quería mal, no quería que se sintiese mal de ninguna forma, menos con él. Sería capaz de perdonarle todo, se lo merecía, y se lo merecía con creces—, no te disculpes. No te culpo Yuya, no lo hago, es solo que estaba demasiado asustado por ti. Tranquilo—se tomó una pequeña libertad, una que no estaba tan segura de que se pudiese tomar, le acarició la espalda al chico con ternura. Le repasó las escápulas con suavidad mientras el otro le apretaba parte de la espalda y la piel—, estabas nervioso por ti, por mí, lo dijiste allá adentro y te creo. No tienes nada de qué preocuparte, en serio. Comprendo tus razones y no tienes nada que temer. No te odio Yuya, ni un poco. No sería capaz de hacerlo.

—De igual modo yo...—Yuto se separó para mirarlo y sonreírle tranquilamente—lo siento—bajó la mirada para ver hacia cualquier otra parte. Al de ojos grises le dio unas ganas enormes de agarrarle de una mejilla y obligarle a mirarlo o besarlo. Quería fuera a ese tono de derrota. Lo quería fuera. No deseaba que el chico estuviese de aquella manera.

—Está bien—el otro sin embargo se quedó mirando hacia otra parte. El de ojos grises hizo una mueca—. Si quieres... para arreglar este asunto... puedes prometerme algo—dijo acercándose ligeramente al rostro del otro—. Prométeme que no volverás a hacer algo como esto, ¿sí?—le dijo convencido. Cuando Yuya se volvió hacia él, casi le da un ataque de sonrojo a su cara por la cercanía. El otro apenas y pareció tener reacción.

—Lo prometo—dijo decidido—, prometo que este tipo de cosas no volverán a pasar...—Esperó cualquier respuesta verbal de Yuto, pero lo único que obtuvo fue un sencillos asentamiento de cabeza y otro fuerte abrazo. Uno que correspondió con creces sin lugar a dudas. Yuto le dio un par de mimos en la espalda para que ese sintiera mejor cosa que logró sin lugar a dudas. Sin embargo, el de ojos grises deshizo el abrazo un poco e hizo que se separaran del todo. Casi por unos segundos, unos pocos, había llegado a convencerse que el de ojos rojos era su novio.

—Bueno—dijo Yuri después de unos momentos en los que ninguno de los otros dos se dijo nada—, supongo que el ogro mayor y los inservibles Trolls han caído—Yuri se alzó de hombros con una sonrisa de victoria a la situación—. Viva por el reino de los Yu—Yuya contuvo una risita sabiendo que no era el momento preciso para reírse—, su majestad el príncipe Azul ha logrado su cometido de salvar al príncipe con ayuda del consejero del rey—dijo él sonriente aún. El de ojos rojos siguió soltando un par de risitas, y Yuto negó suavemente ligeramente relajado y reído de la situación—. Esta será una historia contada por el resto de las generaciones que las exagerarán a su máxima potencia y harán que nos veamos mucho más ridículos de lo que nos vemos ahora. Solo esperemos que los plebeyos tengan algo de consideración y no divulguen demasiadas exageraciones. Eso nunca es bueno.

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