Capítulo 13

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Mi pelo se movía al son de las suaves ondas del agua, pétalos de rosas caían de un cielo cubierto de tristes nubes que se reflejaban en el espejo del mar. Flotaba, y un largo vestido blanco que cubría mis brazos se adhería a mi cuerpo. Una brisa traía el olor de bosques de tranquilidad, esta comenzó a soplar con más velocidad pero el mar se mantenía sereno, relajado como si el viento fuera la rabieta de un niño pequeño y el mar fuese un sabio adulto que preferiría no hacerle caso, al sabio se le acabó la paciencia y cedió a contestar con pequeñas olas. Yo en medio de la pelea estaba comenzando a asustarme, hice un vano intento al sumergir mis pies en la enfurecida masa de agua para nadar a tierra firme, pero por mucho que giraba mi cabeza en su busca no la encontraba.

  Respiré hondo para tranquilizarme. Moví mis manos pero no respondieron a mis órdenes, el agua las había encarcelado, más tarde me encadenó y tiró de mí hacia su oscura profundidad. El oxígeno no me faltaba, en cambio el miedo se hacía cada vez mayor a medida que iba perdiendo la posibilidad de ver la luz...

  Abrí los ojos y me senté en el borde de la cama con el corazón agitado. Cuando recuperé la calma miré detrás de mí esperando ver a Jack para que pudiese calmarme, el corazón pareció haberseme parado al ver que no estaba. Me encontraba en el pequeño cuarto en el que pude adentrarme gracias al collar que llevaba la vez anterior, acaricié mi cuello en busca de este y volví a llevarme otro susto al no encontrarlo.

   Agarré las escaleras de mano que se encontraban en una esquina iluminada por la tenue luz de las velas y las coloqué bajo la trampilla abierta.

   - ¡Jack! -grité. - ¿Estas aquí?

  Tras esperar una respuesta que no obtuve pasé a la acción. Recorrí la cueva de cabo a rabo pero no lo encontré. Recordé entonces que podría estar en la extraña ducha. Toqué repetitivamente a la puerta, al no recibir respuesta me permití entrar. No estaba.

   Me dirigí a la salida pero no podía salir sin el collar. Golpé el duro muro de piedra desesperada. Al final dejé que mi espalda se deslizara por la piedra y acabara sentada en el suelo. Si Jack no estaba podría estar en peligro y yo no podría hacer nada para ayudarlo, pero el podría estar bien y tan sólo estaba imaginándome lo peor. El suelo era incómodo para estar esperando a que alguien viniese y me dejara salir, corrí hacia el sofá y salté a él.

   Me acosté de lado y me quedé mirando tristemente a un punto fijo. Todo era silencio hasta que oí mi nombre. Al principio pensé que eran imaginaciones mías, pero volvieron a repetirlo. La voz era de una mujer de eso estaba segura, era un susurro escalofriante al cual no sabía si contestar.

     - Alice... -volvió a repetir.

Me senté de golpe en el borde del sofá.

     - ¿Si? -contesté asustada intentando localizar de donde venía el sonido.

    - Alice... Cuidado... -susurró.

Entonces el cuerpo de una bella chica de pelo blanco y ojos morados apareció ante mí, era casi transparente y flotaba. Salté poniéndome detrás del sofá y asomando la cabeza pregunté:

     - ¿Eres real?

     - Alice prométeme que tendrás cuidado. -asentí y sin darme cuenta ella ya había desaparecido.

Estaba un poco asustada y confusa no sabía quién era. Parecía un fantasma. ¿Pero de qué quería que tuviese cuidado?

  Me dirigí al baño donde un gran espejo esperaba que alguien se reflejarse en él. Mi rostro parecía cansado y tenía tierra seca pegada, mi pelo estaba despeinado. Miré a la ducha pensativa. ¿Era complicado estar tirándose botellas de agua durante toda una ducha? Descorrí la cortina y miré en el interior. La bañera si que tenía grifo. Suspiré. Me senté dentro, aún con la ropa puesta, y dejé que una lluvia artificial me empapara. El pelo caía liso sobre mi cara. Undí mi cabeza entre mis rodillas y empecé a llorar. Necesitaba a mi padre pero había salido por una emergencia en el trabajo, mi hermano no tenía ni idea donde estaba, aunque podría haber ido a visitar a su novia o a la casa de un amigo, pero podría haber avisado con una nota. Susan la única persona que parecía haber sido una madre para mí estaba bajo los efectos de algún tipo de magia la cual parecía haberla convertido en un robot. Y Jack. Jack no estaba aquí conmigo y tampoco sabía dónde. Anoche lo besé y él me devolvió el beso, un beso mágico. Los dos acabamos durmiendo entre caricias mutuas, más besos y ninguna palabra, no las necesitábamos. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi, pero él siempre aparecía en mis sueños, en sueños perfectos donde los dos nos sonreíamos.

ACOMPÁÑAME A VOLAR. (JACK FROST)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora