La noche se hizo más larga de lo habitual, mantenerme siempre alerta no era una tarea fácil y menos cuando moría de sueño. Pero finalmente quedé atrapada en un sueño profundo. No soñé nada, algo sorprendente, dado que desde que conocí este mundo oculto nunca paré de soñar, cosas extrañas, sí, pero eran sueños al fin y al cabo.
Tapé mis oídos pero no fue suficiente para ocultar el sonido de una campana que pedía a gritos que me despertase, acabé cediendo de mala gana. Froté mis ojos preparándolos para que se acostumbraran a la luz de un nuevo día, pero para mi sorpresa no fue así, la oscuridad seguía siendo la reina de la sala, aunque algunas velas iluminaban el lugar dejando ver una bandeja que contenía mi desayuno. Pan con mermelada, una manzana y un brik de zumo. Me abalancé sobre él cual bestia hambrienta y fui devorándolo todo.
- Me alegra saber que te gusta lo tienes para desayunar, pequeña. - esa voz… era Jake. Su mano me acariciaba la cabeza como si fuera una mascota para él. Eso me estaba matando. Levanté la cabeza para darle una de mis peores miradas, él me miraba divertido, entonces noté que sonreía por las migas que se quedaron pegadas a mis labios.
Salté sobre Jake, sacando mis manos por las rejas transversales intentando golpearle donde fuera, él se alejó viendo como la jaula se inclinaba por mi peso. La bandeja cayó al vacío, mi corazón pareció pararse por un momento y me tiré sobre el suelo esperando a que la jaula dejase de moverse. Estaba tan avergonzada que ni siquiera quise saber si Jake seguía ahí. Aunque aún notaba su presencia. Respiré profundamente intentando calmarme. Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba.
- ¡Sacadme de aquí! - grité aun sabiendo que no lo harían. - ¡Jack ayúdame!
Jack… ¿por qué lo habré desobedecido? Seré estúpida, pensé.
Grité y grité como una loca su nombre pero no aparecía, era tonta pensando que vendría, estaba claro que no podía oírme. Acabé tirándome en el suelo de la jaula, intentando dormir.
No veía el cielo pero sabía que estaba anocheciendo. La música de un violín captó mi atención y desde allí arriba veía como un joven desconocido tocaba, estaba atado a una cadena que no le permitía moverse más allá de esa pared rocosa.
Mike y Jake estaban delante de ese chico disfrutando de ese espectáculo. Mi hermano parecía estar empezando a aburrirse, el estar cambiando su atención en cada cosa que le rodeaba lo delataba.
- ¡Ya basta! - gritó Jake complaciendo a Mike.
El violinista que parecía tener mi misma edad dio un salto asustado haciendo que un horrible sonido se emitiera de aquel hermoso instrumento.
- Lo... Lo siento. - se disculpó el chico al ver las caras de molestia que ponían.
- La próxima vez procura no hacerlo, aunque esto no hubiese ocurrido sino nos hubieras aburrido tanto ¿No crees? - dijo Jake acercándose peligrosamente al violinista.
- Sí, tie...tiene razón señor. Mis más humildes disculpas. - respondió. Cerró los ojos, fue agachado su cabeza y tirándose al suelo al ver como Jake se acercaba más y más a él. No parecía asombrado viendo como las manos de Jake se volvían negras, parecía saber que es lo que le haría.
- ¡Espera, Jake! - interrumpió poniéndose de pie. - Déjamelo a mí.
- De acuerdo. - contestó este con una sonrisa maligna en su labios.
Movió sus manos lentamente de un lado a otro, el violinista lo miraba quedando hipnotizado por sus movimientos. Cerró sus ojos, emitiendo pequeños gemidos. Parecía sentir dolor, aunque esa postura tan tranquila en la que estaba no lo parecía, si fuera sorda incluso parecería que estaba durmiendo tranquilamente.
Unos pasos se escucharon entrando en esa sala, corrían hasta Mike, la chica de pelo plateado se abalanzó sobre él por la espalda. Mike se giró capturando sus labios salvajemente. Me acordé de nosotros, Jack y yo pero él me besaba de una forma tierna, delicada, porque él sabía que eso es lo que más me gustaba.
Jake sobraba ahí y lo sabía e inmediatamente salió, dejando antes al violinista encerrado en una jaula similar a la mía.
Los besos entre esa chica y mi hermano parecían ir a más. Estaba segura que aún no lo había dejado con su novia y le estaba siendo infiel. Nunca llegué a conocer tal faceta suya. ¿Sería esta otra chica más por la que cambiaba completamente? Eso parecía.
La chica de cabello plateado lo empujó sobre la butaca recubierta de cuero mientras Mike soltaba una carcajada que me heló hasta los huesos. Esa joven tenía como unos diecisiete años al igual que mi hermano.
Ella parecía ser el mejor entretenimiento que Mike tenía hasta el momento, bailaba a su alrededor rodeándolo con sus delgados y pálidos brazos. Él estaba absorto en su pequeños movimientos de cadera, ella le dedicó una sonrisa traviesa cuando Mike la agarró de la cintura y la sentó sobre sus rodillas.
- Amo, eres tan... - antes de poder terminar de hablar él la calló con un beso, él lo acabó mordiéndole el labio inferior.
- Hmmm... Alice, no me esperaba que fueras una mirona. - Jake me sorprendió desde afuera de la jaula. Este la abrió y yo asustada me aferré a los barrotes.
- ¿Co...cómo? - tartamudeé. Este chico nunca pararía de asustarme. Entró y sentándose a mi lado comenzó a tocar mi tobillo, poco a poco llegó más arriba de mi pierna temblorosa y yo le paré dándole un manotazo. - No vuelvas a hacer eso nunca más o vas a ver lo que soy capaz de hacer cuando me enfado.
- Ver lo que eres capaz de hacer... parce tan tentador, creo que en otra ocasión podría hacerte enfadar. Pero ya tendré tiempo para pensarlo.
- Serás idio... - mi insulto fue interrumpido por un leve gemido por parte de esa chica. ¿Estaban haciendo lo que yo creía? Me asomé con una enorme cara de asombro, Mike estaba escondido entre el cabello plateado y el cuello de ella. No hacían nada más. Suspiré aliviada, si llegaban a hacer lo que yo creía vomitaría encima de ellos.
- ¿No te parece que debemos dejarles intimidad?
Asentí y tomé la mano de Jake quien esperaba que lo hiciese, ¿Por qué habré hecho eso? pensé.
Ya en el suelo, él me guió por otros pasillos hasta dar con una sala parecida a la anterior, era enorme, pero más elegante. La paredes eran lisas y de ellas colgaban lámparas doradas adornadas con piedras brillantes del mismo color que la habitación; negra.
Lo que parecía un altar custodiaba una amplia cama, parecía tan cómoda que me tiraría en ella aún así sabiendo que era de Jake. Él se sentó al borde invitándome con la mirada a sentarme a su lado. Claramente me negué. Jaló mi mano tirándome sobre la cama. El contacto con ella no era lo que me esperaba. Era una cama de agua.
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Y aquí está el capítulo 17 ¡Yupi!
Espero que os haya gustado, besos. ^^