El miedo que sentía no me dejaba moverme. Tuve que dejarme arrastrar.
A pesar de la oscuridad logré darme cuenta de que me llevaban a una pequeña celda. Mi acompañante cerró la puerta suavemente tras de si.- Perdón por haberte sorprendido así, pero era la única manera de esconderte de esas bestias. - dijo sin quitarme la mano de encima.
Estaba asustada, no paraban de llevarme de un lado para otro como si fuese un objeto. Puse mis manos sobre la suya he intenté quitármela de encima. Aquel chico desconocido pegó con más fuerza su mano a mi boca.
- Jake te está buscando así que en cuanto te quite mi mano ni se te ocurra gritar, porque sino los dos nos llevaremos un horrible castigo. - yo asentí asustada dándole a entender que le haría caso.
Cuando me soltó los pasos de Jake se oían entrar por aquel pasillo mal iluminado. El chico se pegó a la pared para alejarse lo más que podía de la vista de Jake y yo instintivamente hice lo mismo que él, si había algo que no desease en ese momento era estar con ese idiota. Me obligué a mí misma a calmar mi agitada respiración para que Jake no me oyese. Ambos escuchábamos asustados como se acercaba más y más a nosotros. El chico posó su mano áspera sobre la mía, no me había dado cuenta del tacto de esta hasta ese momento, supuse que mi ignorancia se debía a la sorpresa de estos nuevos acontecimientos.
Su tacto consiguió calmarme hasta que Jake se fue como si nada. Me resultó realmente sorprendente que no reparase en mi presencia, aún así suspiré aliviada.- ¿Cómo te llamas? - le susurré a mi compañero de celda tras un largo rato.
Dejó escapar un largo suspiro y se limitó a guardar silencio. Hice lo mismo aunque en mi interior desease insistir en una respuesta. ¿Tan complicado era responder a una pregunta tan simple? Acto seguido como si aquel fuese capaz de leerme la mente me respondió con algo que me dejó atónita.
- No me acuerdo.
Le miré extrañada a pesar de que sabía que no podría observar mi reacción. Volví a guardar silencio, imaginé que debía de tratarse de algo realmente trágico y por ello no pregunté nada más y dejé que contestase a mi duda sin ser preguntada.
- Debe resultarte realmente raro que alguien no se acuerde de su propio nombre.
- Así es. - dije y dejé que prosiguiera.
- Bueno, llevo mucho tiempo aquí encerrado y como ya te habrás dado cuenta los moradores de este lugar no son muy ambles que digamos. He recibido tantos castigos que me han aturdido lo suficiente como para olvidar las cosas más sencillas que un ser pueda recordar.
Hizo una larga pausa la cual respeté sin hacer ningún comentario.
- Respondiendo a tu pregunta, llámame violinista. Es el nombre por el que me llaman aquí.
- De acuerdo. Yo me llamo Alice.
Deseé preguntarle cómo y porqué había llegado aquí pero pensé que ya había abierto una vieja cicatriz y que eso era suficiente por un día. En otra ocasión seguiría con mi interrogatorio.