CAPÍTULO 1: La bruja de Sofía

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Matías

—¡Suéltame imbécil! —me exige la morra más guapa, más sexy, la más… digo, la bruja de Sofía.

Mentalízate, Sofía es una bruja. Pero las brujas no tendrían estas tremendas curvas, y esas nalgot…

—¡Eres un reverendo idiota! —insiste Sofía ante mi acción, Dios… No hice eso.

En teoría yo estoy corriendo a esta morra del departamento de mi amigo, y como se resistía a irse tuve que alzarla de la cintura y sacarla a la fuerza; suerte que el depa es en el primer piso del edificio y así no bajamos las gradas, que me hubiese hecho rodar todas esta furiosa hembra que ahora sostengo a duras penas, y a la que no pude resistir pellizcarle las nalgas.

—Es que tú tienes la culpa, morrilla, con lo chula que estás —respondo en un entusiasta gruñido.

—Vamos a ver cuán chula es la mierda que te voy a sacar —argumenta furiosa—. ¡Ya suéltame, tengo que ir a hablar con…! —Continúa exigiendo esta sexy, y por cierto muy furiosa bruja.

—Listo, fuera, ahora vete a tu alcoba bruja, y no vuelvas; aquí es propiedad privada. —Le aclaro por fín soltándola.

Ya estamos en la calle.

—¿Quién te crees que eres, eh, idiota? A Sofía Altamirano nadie le prohíbe nada, menos un patán como tú.

—¿Patán yo? ¿Cómo lo sabes, si ni siquiera lo hemos intentado? —bromeo acercándome a drede a ella, quien me empuja.

—Déjate de estupideces y déjame pasar —Sofía intenta volver a ingresar al edificio, pero le impido obviamente el paso.

—No, ¿lo repito? Tienes prohibido el ingreso.

—¿Y quién lo dice, tú? ¡Já! por favor… —Se mofa Sofía con ironía, burla y rabia, pero la interrumpo.

—En sí, a mí me enviaron de mandadero; Nat no podía dejar a su novia en ese estad… —le expliqué, pero fue su turno de interrumpirme.

—Con mayor razón debo pasar. ¡No puedo dejarlo con esa zorra! —alega la bruja alterada intentando nuevamente ingresar, pero yo se lo vuelvo a impedir.

—¿Zorra? Sof, ella es su novia, admítelo wey. Además es obvio que iba a reaccionar así después de lo que tú ocasionaste.

—¿Besar a Nathaniel? Por Dios, es la cosa más inocente que pude hacer, que esa zorra agradezca que no llegamos a más.

—Ya déjalos ser felices —le pido en una súplica—. Si Nathaniel que es el wey más fiel que conozco ahora tiene este broncón, imagínate si hubiese sido conmigo; yo, ante tanta belleza me habría dejado llevar… —Se me salió, lo juro. ¡Y ahora intento volver a tomarla por la cintura! Yo sí que estoy cabrón.

—Ni en tus sueños, imbécil, ni en tus sueños —alega determinante Sofía. ¿A que no? Al principio algunas se niegan pero todas caen rendidas ante mis encantos.

—Te equivocas morrilla, yo ya soñé contigo desde el primer día en que te vi. —No dije eso, hoy sí que estoy idiota.

—¿Ah, sí, y me importa? —indaga ella con una ceja arqueada y una expresión fría e impasible.

—Pero en el sueño tú estabas hecha una pasa, con una escoba y vestida como la bruja que eres. —Espeto. Casi la cago, por poco.

—O sea, ¿quién los entiende? Primero me halagas y luego me insultas. Pero en fin, no me importa. ¡Ya déjame pasar! —Esta vez la bruja quiso empujarme, pero me encargué de alejarla unos pasos.

No se busca, llega #EndlessAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora