Madre E Hija

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CAPÍTULO 7

—¿Te sientes mejor?— me recibe la taza de té que me habia dado hace quince minutos

Asiento sin palabras

Tapa mis piernas con la cobija poniéndose de pie, se dirigía a la cocina

Acaricio mis brazos intentando calmarme, observó la hora en el reloj que descansa en la mesa a mi costado: 7:43am

Daniel vuelve a aparecer, camina hacia el calentador y le sube con tranquilidad. Observa por la ventana

—Está nevando, a mares— comenta

—Necesito irme a casa Daniel

Me mira sin decir nada
—Lo dudo, las carreteras deben estar tapadas al igual que las trochas

—Pero...

—Lo siento Andrea, pero si salimos vamos a quedar como muñecos de nieve

Le miro dudosa

—Ya sabes, congelados— aclara y no puedo evitar sonreír un poco

—He dejado esas cobijas, ¿vale? aún puedes dormir en mi habitación

Abro mi boca para hablar

—Pero no vas a aceptar, sería demasiado, ¿no?— asiento

—Entonces prepararé el sofá, es cómodo, Gavin ha dormido un par de veces y nunca le he escuchado quejarse. Aunque bueno... Creo que ha estado demasiado ebrio para eso— me sonríe —¿Estoy hablando demasiado?

Le devuelvo la sonrisa
—Me gusta mucho escuchar

—Y a mi me gustaría escucharte. ¿Vas a contarme que fue eso?

Suspiro abriendo las colchas para arreglar el sofá, Daniel me ayuda al instante tomando el otro extremo
—Lamento la escena

—No tienes nada que lamentar, por suerte era yo el que pasaba por allí. Así que... ¿Que fue lo que viste que te asustó tanto?

Niego con mi cabeza. Daniel termina de colocarle la funda limpia a la almohada y me mira interrogante

—No... lo, lo recuerdo

Sus ojos se entrecierran
—Podrías ir a la cárcel por ser tan mala mentirosa. ¿Sabes qué?— me pasa otras colchas para taparme
—Hablaremos en unas horas cuando nuestros cuerpos estén frescos y relajados. Vámonos a descansar

—Dormiré aquí— suelto rápidamente

Me mira divertido
—Por supuesto. Aunque todavía puedes ir a mi cama

Le miro en silencio y entonces suelta una carcajada. Toca mi mejilla con suavidad —Cualquier cosa que necesites, lo que sea, solo debes caminar hacia esa puerta— me susurra señalando una puerta blanca al final del pasillo

Asiento agradecida, sintiendo como mis mejillas ardían. Me sonríe una última vez y se marcha desapareciendo en el pasillo

Corro hacia el pequeño espejo que había en la sala para verme. Sin más escondo la cara entre mis manos al darme cuenta de lo sonrojada que estaba. Dios mío

Camino hacia el sofa y me acuesto cubriéndome las cobijas. Este sofá es más cómodo que la cama tengo en el departamento. Los recuerdos de esa figura, de esa sombra llegan a mi mente, sin más remuevo mi cabeza apretando mis ojos para sacar la idea

* FLASHBACK *

—Agachate, ¡vamos, vamos!

Le jalo con más fuerza
—Key, debemos ayudar a esos soldados, están muy mal heridos

La Doctora Evans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora