Prólogo

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—Es una broma estoy segura —dije como si fuera lo más evidente del mundo, porque lo era.

—No creo que sea una broma.

—¡Vamos Cisco! Es obvio que es una broma de mal gusto —intento alegar pero lo interrumpí —Además ¿Quién me enviaría cartas?, por favor Cisco, ambos sabemos que no soy la persona más interesante del mundo.

—Yo conozco a varios chicos que estarían encantados de que tú les prestaras un poco de atención —solté una risilla irónica.

—Me creas o no, tengo razón Cait.

—¿Así? Dime... ¿Quién? ¿Quién "estaría encantado de recibir un poco de mi atención"?.

Pude ver cómo una sonrisa se formaba en el rostro de Cisco —No te lo diré.

—¡JA! ¿Lo ves?, tenía razón, no hay nadie.

Él negó —Si lo hay, pero eso a ti te corresponde averiguarlo.

—¿Eh? —se rió de mí.

—Debes abrir bien los ojos Cait
—señaló mi carta —Porque él se está haciendo notar, por fin.

Parpadee incrédula mientras Cisco salía por la puerta de mi apartamento.

—¡Tú sabes quién es! —no fue una pregunta, fue una acusación. Cisco me miro sobre su hombro y me dedico una sonrisa burlona; para después desaparecer.

Él lo sabía, lo cual significaba que debía ser amigo de Cisco o al menos conocerlo.

Querida Dra. SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora