Capítulo 30

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La sonrisa del hombre se ensanchó, jalando sus mejillas hasta tensarlas en una mueca terrible. Le ofreció sentarse a su lado con una floritura de movimientos que pretendían ser caballerosos.

Las sonrisas en los primates significaban agresión y Talia consideró esa mueca como un símbolo de alerta, no de bienvenida.

Los labios rojos tenían el color brillante de la sangre, adornando un rostro pálido y enfermizo de enjutas mejillas, mientras que los mechones verdes que conformaban el cuadro de su cara estaban cepillados hacia atrás con evidente esmero y sus cejas habían sido tintadas a juego. Vestía un llamativo traje púrpura que lo volvía estrafalario, pero todo en él lo era.

Talia recordó una vez más que los colores llamativos en los animales significaban peligro, por lo que sentada frente al Guasón no descuidó ni por un segundo su guardia.

Había entrado a la boca del lobo por propia voluntad, pero conocía la naturaleza errática e impredecible de aquel maniático. Una vez que algo llamaba su atención nada podría detenerlo en su búsqueda de alcanzarlo, vivía por sus obsesiones y pasiones, lo que provocaba que sus decisiones pocas veces fueran coherentes.

Si su padre viviera, le habría advertido que era una jugada arriesgada trabajar con alguien a quien no se le podía predecir ni manipular. Había utilizado sus recursos para investigarlo, pero todo llegaba a un callejón sin salida. Nadie conocía el verdadero origen del Guasón, todas las historias eran similares, mas ninguna contenía datos reales o exactos, sólo dejaban entrever que un mal día llevó a un hombre a enloquecer.

Sin embargo, lo más inquietante en él, era su olor, el Guasón era un Alfa de Primer Nivel con un aroma hostil que generaba que sus vellos se erizaran de miedo y anticipación. Había experimentado consigo mismo el gas de la risa y los resultados lo habían trastornado, dejándolo con un pesado aroma a algo muerto y putrefacto.

-¡Harley!- gritó en un arranque de ira dando un golpe a la mesa y haciendo saltar las cosas - Tráele un té a nuestra invitada- gruñó enojado con los ojos inyectados en sangre y los dientes afilados apretados, su expresión mutó a su horripilante sonrisa cuando la encaró.

-No voy a tomar nada- dijo tajante Talia, no pensaba comer nada que pasara por las manos de esos lunáticos.

El hombre la ignoró, alisó la servilleta en su regazo y acomodó la mesa. Un mantel a cuadros rojos con una vajilla colorida, en el fondo del plato una cara feliz rezaba "sigue sonriendo".

La rubia se acercó a ellos, vestía su disfraz de arlequín rojo y negro, en sus manos una bandeja con té y bocadillos. Talia observó su pesado maquillaje negro y blanco que ocultaba un ojo morado y el labio roto.

Tuvo que contener el aliento al olerla, tenía el más rancio olor a estrés que alguna vez hubiera olido, parecía ser capaz de producirle arcadas, pero el otro frente a ella no le dedicó ni una mirada a su ayudante.

La Omega de Bajo Nivel sirvió las dos tacitas de té, dejando los cubos de azúcar y un par de galletas de brillantes colores antes de retirarse, Talia pudo notar que cojeaba arrastrando un pie.

El Guasón colocó cuatro cubos de azúcar antes de tomar su té, cruzando su pierna como si fueran viejos conocidos y estuvieran teniendo una plática ligera.

-Supe de la muerte de tu viejo, su pozo mágico debió fallarle, pobre de ti sin papi que te cuide las espaldas y te haga mimos- dijo dando un sorbo escandaloso y lamiéndose los labios con una brillante y puntiaguda lengua.

-Las viejas generaciones tiene que dar paso a las nuevas- murmuró Talía.

-No queda mucho futuro en esa generación nueva de la que hablas, no cuando toda tu familia ha sido asesinada y sólo quedas tú- dijo con aquel tono meloso dando sorbitos a su taza. Los ojos como pozos negros del Guasón se enfocaron en ella y su sonrisa se ensanchó tanto que sus labios quedaron como dos finas líneas –Un Alfa estéril que tiene que procrear por medio de probetas y tubos de ensayo-

It Was Always YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora