FRÍA COMO EL VIENTO |SIMBAR|

Capítulo Uno.

"Noche de fiesta"

Te recuerdo así
Tu pelo en libertad
Hielo ardiente
Diferente a las demás.

Simón
Buenos Aires, Argentina.

Otro viernes por la noche. Pero este viernes no es uno común en donde sales a divertirte con tus amigos a un bar.
La compañía "Automotriz Smith" ofrece como cada año su reunión de nuevos lanzamientos y diseños de automóviles y motocicletas. Y como cada año en el evento se reúnen desde los altos ejecutivos de la empresa, inversionistas, diseñadores y algunas personas de las altas esferas del poder político y social y sobre todo de compradores compulsivos dispuestos a tener los mejores modelos.

Y debido a que mi padre además de inversionista es diseñador de los modelos exhibidos hoy, siempre debemos acompañarlo. Yo soy Simón Álvarez tengo 22 años y estudio la carrera de arquitectura y diseño, pues mis padres desean que algún día los sustituya en los negocios con sus socios.

Es algo incomodo para mí venir a esta clase de eventos, (y créanme tengo viniendo a ellos desde que nací), pues es la misma gente la que ves. Personas superficiales que vienen a brindar por los éxitos de otros.

Y aquí estoy parado al lado derecho de mi padre mirando al presidente y fundador de "Automotriz Smith", Rey Smith, quien da su discurso de bienvenida bla bla bla, lo mismo de cada año, a este paso ya me lo aprendí.

Tal vez guarda los discursos para no tener que hacer otro.

Pero seguramente nadie le presta atención (sobre todo los hombre y algunas mujeres envidiosas), pues a su lado esta nada más y nada menos que su hija menor, Ámbar Smith, que para mi suerte o desgracia estudia la misma carrera y en la misma universidad que yo; el colmo, y digo esto porque la Ice Queen como la solían llamar en secundaria, observa al auditorio con su mirada fría y calculadora.

Es verdad que es hermosa por no decir bellísima, su ondulado cabello largo hasta sus hombros y degradado en capas, es de color dorado, lleva un vestido de diseñador strapels en tono azul rey con adornos de flores de cerezos en plata, entallado a su figura y suelto a partir de sus caderas, sus ojos sin duda es la parte de su anatomía que es más llamativa.

De un azul acuático con unas pestañas que enmarcan esa belleza, de no ser por la forma en que miran y la forma de ser de la chica, hasta yo haría fila para conquistarla.

Pero es todo menos buena, si hay una palabra que describa la personalidad de Ámbar sería indiferente. Es mucho más fría que la mismísima Antártica, un témpano de hielo caminando, y desde que la conozco (creo que en la guardería y no exagero) a sido así... me pregunto porqué.

El sonido de los aplausos me saca de mis cavilaciones y es cuando me doy cuenta que es momento de que los fotógrafos hagan su aparición para sacar la mejor toma del anfitrión del evento y su hija.

Ámbar mira a todos con su indiferencia y es cuando su padre la toma de los hombros y le susurra algo que hace que sus ojos reflejen más frialdad, rabia, frustración, y es cuando una diminuta sonrisa carente de sentimiento y emoción surge en su rostro para que los camarógrafos la vieran de la mano de su padre.

Después de eso nos dirigimos a la mesa principal donde había permanecido mi madre con la esposa de otro socio de la compañía, mi hermana Delfina también estaba ahí con su novio Antony, me caía bien el sujeto, pero si le hacía algo a mi hermana pagaría caras las consecuencias de su error.

Me senté junto a mi padre y a mi derecha Delfi. Mi madre seguía conversando con esa señora y no tardo en aparecer el esposo de esta, solo faltaban tres personas para llenar la mesa.