FRÍA COMO EL VIENTO |SIMBAR|

Capítulo Siete.

"Mentiras Verdaderas"

Miénteme como siempre,
Por favor miénteme
Necesito creerte
Convénceme.

Ámbar

La semana se me había pasado volando. No me di cuenta de que mi hermano tenía que partir a Europa, hasta que me percaté de que él se estaba despidiendo de mí en el aeropuerto. Fue una sensación de abandono y soledad que llenaba mi alma de incertidumbres e inseguridades. No sabía cuando volvería a verlo, y eso era demasiado para mí... yo lo necesitaba. Lo quería conmigo.

Todavía tengo una sonrisa al recordar como hace una hora el lindo de André se despedía de mi hermano en la sala de la casa.

Flash Back

Mi hermano venía bajando las escaleras con sus dos maletas; André y yo lo observábamos descender desde la puerta de entrada, el niño no podía acompañar a Pedro para despedirlo, pues su madre no se lo permitía, además de que mi papá estaría ahí. Cuando estuvo mi hermano reunido con nosotros, bajó sus maletas y cargó al pequeño que estaba muy triste por su partida.

-"¿En serio tienes que irte?".- le preguntó André con la carita triste y haciendo un muy tierno puchero.

-"Así es pequeño. Debo trabajar, pero te prometo que durante las vacaciones de invierno vendré y te traeré un enorme regalo".

-"¿De verdad?"

-"Te lo prometo".- aseguró mi hermano, mientras ponía su mano derecha en su pecho. Luego lo bajó y le alborotó el cabello mientras el niño reía. Me gustaba verlos así... era como si fuéramos una familia. Tres hermanos que se querían.

Amor...

Un sentimiento tan usado para tantas propagandas... uno de los sentimientos tan hermosos que a mí me faltaban.

Si tan sólo todo pudiera ser como en un cuento de hadas... mi hermano se quedaría.

Se quedaría aquí para estar conmigo... para no sentirme sola. Para no sentirme nada como siempre me siento...

Si tan sólo...

-"Tengo un regalo para ti".- dijo André, interrumpiendo mis pensamientos, mientras le extendía una hoja de papel a Pedro. Era alguno de los dibujos que hacía el pequeño con sus crayones.- "Lo hice especialmente para ti".

Pedro recibió contento el presente. –"¡Vaya!, que buen artista eres".- pero su expresión se ensanchó de sorpresa y la curiosidad se apoderó de mí.

-"Déjame ver".- le quité la hoja de las manos, y observé el dibujo. En él estaba mi hermano con la que parecía ser una chica de cabellera oscura larga y de ojos del mismo tono, ella estaba dibujada con una gran sonrisa y alrededor de ellos había muchos corazoncitos. Abajo una nota que decía: Pedro y la chica de linda sonrisa'. Entonces supe quien era la chica del dibujo.

-"Sin duda reflejaste la personalidad de Delfina en tu dibujo, André".- comenté a mi hermano al tiempo que le devolvía el dibujo, y no pude evitar reírme al ver el rostro de mi hermano.- "Será mejor que nos vayamos o perderás tu vuelo, hermano".

-"Cuídate mucho, Pedro y espero que cuando vuelvas traigas a la chica de linda sonrisa".- André se despedía de nosotros desde la puerta y moviendo la mano con su saludo infantil, mientras yo trataba de meter a mi hermano al automóvil, pues él aún no salía de su impresión.

-"Ese niño tiene una imaginación muy grande".- dijo Pedro cuando el coche se puso en marcha, siendo conducido por uno de los chóferes de la compañía.