Capítulo Cinco.

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"No me fío"

No me puedo fiar
El miedo me ha hecho fría
Compréndeme
Si ya ni en mi confío.

Ámbar

Ya era sábado. Después de una semana de mucho trabajo y muchas tareas por fin es sábado. Pero el día apenas comienza. Hoy no fui a correr, no por falta de tiempo, sino por el hecho de que no tenía cabeza para otra cosa. Hoy se cumpliría la otra parte de mi apuesta con Simón.

¿Por qué diablos acepté su proposición?

Ahora me tenía que atener a las consecuencias.

Por otra parte, en toda la semana no he visto a papá. Al parecer el lunes partió a Asia a las oficinas de la compañía que están haya. Y ni siquiera me avisó que se iría.

¿Tan poca cosa soy que no puedo decírmelo?

¡Soy su hija por Dios!

Me tuve que enterar por su secretaria porque a él se le había olvidado mencionárselo al ama de llaves de la casa. Sentía unas ganas terribles de llorar y el nudo en mi garganta no ayudaba mucho. Mi vida era un asco. Tenía asco por mí misma, no podía creer cómo a esto podía llamársele familia.

No lo entendía. ¿Por qué? ¿Por qué a mí?

Esas eran las únicas preguntas patéticas que podían surgir en mi mente porque no podía pensar en otra cosa... odiaba mi vida, la odiaba enormemente. Es tan horrible no sentirse querida por nadie... por nadie.

El único cariño que sí podía asegurar era el de André, él era el que me mantenía. Mi pilar para seguir. Todo. Al igual que su madre. Ellos eran mi verdadera familia. Sólo ellos y nadie más.

Suspiré queriendo sacarme esos pensamientos de la cabeza.

Estaba sentada en la sala de mi casa, cambiándole de canal a la televisión, mientras esperaba a que el idiota de Simón pasara por mí. Me puse de atuendo un pantalón de mezclilla, unos botines negros y una blusa sin mangas del mismo color. Esta vez sí delineé mis ojos, y el maquillaje era muy tenue.

No sé por qué me pinté.

Aclaro, no lo hice para el galán barato de novelas... simplemente quería ver en el espejo a alguien que no fuera la típica y triste Ámbar Smith.
La Ámbar Smith odiada por todos los que la conocían y por los que no, también.

André estaba en la mesa de la sala dibujando con sus crayones mientras yo esperaba. Me estaba impacientando. Se suponía que los chicos son los que esperan a las chicas, no al revés. ¿Y si esto es una broma? ¿Y si solamente lo hizo para molestarme, y para que lo ayudara con el proyecto? Juro que si es así, lo mato.

-"Tranquila, Ámbar, ya no creo que tarde en llegar".- dijo André mientras seguía haciendo sus dibujos.

Miré al niño sorprendida. ¿Qué le dan a los niños de ahora que son tan observadores y preguntones?

Además, no es que tenga muchas ganas de salir, preferiría quedarme aquí a dormir o a jugar un rato con André.

-"Claro que has estado esperando este momento, aunque digas que te gustaría quedarte".- dijo el niño mientras me regresaba a ver, y yo le devolvía la mirada más sorprendida que antes.

¿Este niño tiene la habilidad de leer el pensamiento?

¿O tiene un complejo de Charles Xavier de los X-men?

Definitivo, no más películas de ciencia ficción para él.

Le sonreí nerviosa y me acerqué hasta donde estaba.

FRÍA COMO EL VIENTO                                          |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora