FRÍA COMO EL VIENTO |SIMBAR|

Capítulo Cuatro.

"Queriendo conocerte"

Te recuerdo así
Amando sin amar
Impasible, imposible
De alcanzar, alcanzar.

Ámbar

Los primeros rayos del sol entraban por la ventana, y me fue inevitable el abrir los ojos por la molesta luz. Era lunes, ¿por qué no dejaban que durmiera un poco más?

Y justo en ese momento, el despertador comenzó a sonar y supe que sería imposible volver a conciliar el sueño.

Así que no tuve más remedio que levantarme para realizar la misma rutina de todos los días hábiles, pues sábados y domingos los usaba para salir a correr, aunque casi de madrugada para que nadie me viera; pero en los demás días era lo mismo: despertarme –tarde muchas veces-, bañarme, desayunar, ir a la universidad, y soportar el aburrimiento en las clases. Luego volver a casa, comer, jugar Xbox con André, intentar hacer la tarea, tomar otro baño e irme a dormir.

Que vida tan emocionante ¿verdad?

No tenía amigos.

Y no los quería.

¿Para qué?

Nunca me ha gustado la compañía de los demás.

Excepto la de mi hermano y André.

Ese niño es un amor y siempre está cuando me siento sola. Aunque últimamente otro chico se ha estado metiendo en mi vida...

Demasiado para mi gusto...

Sacudí mi cabeza alejando esos pensamientos de mi mente.

Después de salir de bañarme mire el enorme guardarropa con las prendas que mi padre a veces mandaba a comprar, aunque dudo que haya sido él quien escogiera o que incluso pensará en mí.

Tomé una falda de mezclilla que llegaba un poco arriba de las rodillas, una playera tipo polo en rosa, mis tenis del mismo color; dejé mi cabello suelto y me puse brillo en los labios. Tomé mis cosas para la escuela y bajé a la cocina. Nunca había nadie en casa más que las personas del servicio y odiaba comer sola.

Así que iba a desayunar ahí con Amanda y André. Cuando entré vi que Amanda preparaba la mesa.

-"Buenos días señorita, ¿quiere que le lleve el desayuno a la mesa?" –me preguntó con la amabilidad que siempre mostraba conmigo, a pesar de mi comportamiento.

-"Desayunaré con ustedes".

-"Como usted guste, pero ¿no prefiere desayunar con su padre?"

La miré sorprendida: -"¿Mi padre no se ha ido?"

-"No señorita. Aún no"

Analicé la situación. Desayunar con papá sería algo muy raro, casi nunca lo veo y de ser así, era como hablarle a la pared.

-"No, me quedaré aquí, Amanda".- dije por fin.

Después de que terminó de servirle el desayuno a mi padre y éste se fue a su trabajo, comenzó con el nuestro.

-"Disculpe que la tenga esperando señorita, pero ya conoce a su padre y si no se le atiende a la hora indicada se enfada".- comentó Amanda mientras se sentaba en la mesa conmigo.

-"¿Y donde están los demás?".- pregunté algo extrañada al no ver a nadie.

-"El ama de llaves salió por las compras y las dos señoras de la limpieza llegarán más tarde".

-"Ya veo"

Amanda me miró con una sonrisa conciliadora ante mi habitual desinterés. -"Su padre preguntó por usted".