Capítulo Final.

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"Solamente una vez"
Solamente una vez
Amé en la vida
Solamente una vez
Y nada más"



Simón

Después de lo que parecieron cinco minutos en esta acalorada posición, Ámbar seguía sin hablarme, sin moverme y sin hacer nada. Sólo me miraba y yo a ella.

¿Cómo no perderse en esos profundos orbes azuladas? Su semblante reflejaba curiosidad y nerviosismo, lo podía sentir en su agarre. Sus dedos rozando mi piel, el aroma de su perfume penetrando en mi nariz.

¿Por cuánto tiempo seguiremos con esto? Siento el corazón acelerado al sentir su cuerpo, ejerciendo presión sobre el mío. Sus pechos hacen contacto en mi pecho y mi excitación aumenta. Juro que si no empieza a hablar me volveré loco.

Poco a poco siento como va separándose de mí, el abandono de su calor se hace presente en ausencia, pero no se paró totalmente, sino que permaneció de rodillas en la cama, aún sobre mí. Intento acomodarme mejor ahora que ha soltado parte de mi cuerpo. La miré retadoramente, esperando escuchar su sarta de mentiras.

O lo que fuera que iba a decirme.

-"¿Quieres hablar de una vez? No tengo toda la noche".- escupí con despotismo, ¿desde cuando soy así? Ah sí, desde que me dijo que no me amaba después de usarme como a un idiota enamorado.

Ella me devuelve la mirada, en parte altanera, en parte dolida por mi comentario. Al fin decide pararse de la cama y, de inmediato, se quita su chaqueta dejándome admirar su figura a través de su blusa. El contorno de su cintura y sus pechos. Traté de buscar otro punto que no fuera ella, si seguía mirándola, terminaríamos haciendo algo que me prometí no repetir con Ámbar, y ella podría no quererlo.

Por más que yo lo deseara, no lo haría.

Se sentó en mi silla giratoria, cruzando sus largas piernas enfundadas en sus botas altas; si lo que quería era provocarme y emocionarme, lo estaba logrando.

Ámbar bajó la mirada con sus manos sobre su regazo, si quería que sintiera pena por ella, eso sí que no lo iba a lograr, ya suficiente tenía con intentar controlarme.

-"Yo...".- susurró tan bajo que de no ser porque todo estaba en silencio, no lo habría escuchado. –"Yo... quisiera... disculparme contigo"

¿Qué contestarle?

Esa era mi pregunta ahora. Ese no era precisamente el argumento que esperaba. Tampoco que se arrodillara ni nada por el estilo pero sus palabras carecían de sentido para mí. No sentía que de verdad le doliera lo que me hizo. El significado de esa disculpa no lo encontraba. Aunque ahora que empezó a hablar tendré que oírla ¿no? No hice ningún movimiento y dejé que siguiera con su disculpa.

-"Estoy... muy arrepentida por lo que te dije... hable de más y lo lamento... en ese momento no supe por qué dije todo eso pero... ahora lo sé y quisiera que tú también lo supieras".

Estaba sentado en el borde de la cama, observando cada movimiento, cada reacción, cada cambio en su semblante... Por un momento me confundió su expresión de tristeza y la mirada que me dio cuando terminó de hablar hizo que mi flujo sanguíneo aumentara más de la cuenta.

Se paró y avanzó a paso lento hasta mi posición, la luz de la luna proyectaba su sombra, y la poca visibilidad que tenía, me dejaba ver su rostro, tenía unas leves ojeras en sus hermosos ojos, e hizo que bajara la guardia cuando tomó mi rostro entre sus manos.

El contacto con su piel nuevamente, me provocó un estremecimiento, por instinto, más que por otra cosa, cerré los ojos, no quería mostrarle debilidad nuevamente. No quería que viera que por su culpa, por el recuerdo de ese día, me tuviera así, siempre esperando por ella. Sentí como juntaba nuestras frentes y un suspiro salió de sus labios.

FRÍA COMO EL VIENTO                                          |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora