sueños del pasado

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Nico:

Se me calló el plato de la impresión
¿Por que Hades nunca me dijo que tenía una hermana?

Trague saliva y me acerqué a la mesa de Atenea.
No quería ser descortés y no saludar a mi nueva hermana... Aunque no necesitara una, al ser reconocida por Hades ya era parte de mi Familia.

-Astrid, te presento a Nico, tu hermano, Nico ella es Astrid- nos presentó Cassie

-hola- saludé y estiré mi mano para estrecharla con la de ella, pero ella la ignoro completamente

-mucho gusto Nico- dijo en lugar de aceptar mi mano

-Bueno, creo que tienes que ir a la mesa de Hades con Nico- dijo Cassie

-¿no me puedo quedar en la mesa de Atenea contigo?- le preguntó Astrid a Cassie

-eh...

-no es necesario que coma conmigo, veo que ya son buenas amigas- interrumpi a Cassie

-esta bien, yo no tengo problema- Dijo Cassie- después te mostraré las cabañas

-gracias Cassie- le dijo Astrid y se sentó en la mesa de Atenea, Cassie me miro en forma de disculpa y se sentó al lado de Astrid.
Pedí mi comida de nuevo y quemé un poco en ofrenda a Hades.
Me senté en mi mesa y comencé a comer.

De vez en cuando miraba a la mesa de Atenea y veia a Cassie conversar con Astrid. ¿De que estarán conversando?
Estaba pensando en invitar a Cassie a dar una vuelta por el bosque, pero por la llegada de mi nueva hermana será mejor que le de una buena bienvenida.

La cena término, me fui directo a mi cabaña. Tenía ganas de ordenarla para cuando mi hermana llegara a dormir, pero el sueño me venció y apenas tocar la almohada me quedé dormido.

En mi sueño estaba Cassie encerrada en un cuarto con una pequeña ventana con barrotes y un colchón en el suelo, ella estaba en posición fetal en una de las esquinas de la habitación.
No lloraba ni gritaba, solamente se quedaba quieta y miraba la pared que tenía en frente.

Tenía la cara con moretones y los brazos con cortes y rasguños leves. Sus muñecas eran las más afectadas, tenían unas profundas heridas de cadenas o cuerdas, ella las miro y una lagrima calló de sus ojos, luego otra y otra.
Pero no lloró desconsoladamente, simplemente dejo caer vagas lagrimas que las fue limpiando cada cierto tiempo.

El sueño cambio. Veía a una chica atada de manos y pies en una camillatenía el cabello largo y negro.
Un hombre de unos 40 años entró al cuarto dónde estaba atada ella.

La hija de la Sabiduría (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora