B U L I M I A

008

Convirtiéndose poco a poco en anoréxico, SeokJin controlaba su hambre con pastillas para la anemia que estaba teniendo sumándole a la cantidad de agua que ingería en el día.

Estaba a oscuras en la noche, cohibido entre las sábanas de su cubrecama rosa, arropado contra la esquina del sillón adaptado para tres personas de la sala. Desde que NamJoon había dicho que él era hermoso siendo bulímico quiso complacerlo un poco más. Lamentablemente eso implicaba que, la comida que los tres menores guardaban para él se desperdiciara dentro de la heladera; HoSeok y YoonGi intentaban que SeokJin entrara en razón, que supiera que se estaba haciendo daño por una tontería enfermiza. Sin embargo, los intentos eran vanos cuando SeokJin veía esos hoyuelos deslumbrar frente a él, pero que no iban a su nombre:

«Si NamJoonnie me ama así, no puedo hacer nada»

SeokJin reconocía que la situación que escurría de sus manos como la lluvia ácida de aquella noche. Pensó si esa abstinencia era necesaria mientras veía las carreras que las gotas de lluvia daban contra el ventanal del departamento. Buscaba calidez en las esponjosas nubes grises que se vislumbraban costosamente desviaba sus ojos a las largas lámparas que perdían su luz dentro de la condensación.

Tenía hambre, pero trataba de distraerse con otras cosas: dibujaba, escribía, incluso trató de hacer un vlive sin que éste sea un Eat Jin explicando su repentino corte de cabello, acotando que era una rebaja a su elevada autoestima. Se abrazó a sus piernas, acunando su rostro entre sus rodillas, recordando aquellas palabras de NamJoon antes de irse a dormir.

«Seguramente Hyung está bien, ya saben cómo es él, siempre busca halagos»

Pensando en esas palabras se quedó pasmado, recordando cada momento de su vida en donde hubiera exigido que le llamaran bonito aún si no lo era. Entonces, para no pensar más en ello, arañó el largo de sus piernas, que no era mucho, pasando específicamente por sus muslos.

Dicen que para olvidar un dolor se debe crear uno mucho más fuerte... Si era así, ¿cómo podría solucionar su caso extremo de bulimia? Su garganta ya dolía bastante y su estómago rogaba por algo sólido y delicioso que satisfaga su hambre por completo.

Y luego recordó la vez que estuvo comiendo por dos horas, cuando se llenó hasta el cansancio, se atragantaba con la carne y no había signos de nauseas de por medio. Se sintió asqueroso y los reflejos del vómito tomaron gran parte de su garganta, provocándole esos acostumbrados temblores que recorrían todo músculo de su cuerpo.

Quiso dormitar un poco, dejar que la canción de cuna que tocaba la lluvia lo sumiera a un sueño reparador; uno donde él fuera feliz, donde no hubiese horarios, problemas ni discriminación, un lugar para cantar cómodamente, bailar incluso si hacía el ridículo, y amar a NamJoon sin ningún prejuicio.

Pero un ruido lo distrajo.

El arrastre de un par de pies contra el suelo flotante, jadeos fuertes que se hacían eco en bocas desconocidas, la ropa rasgada con desesperación y lanzada al suelo sin remordimiento. Nuevamente los tropezones que daban contra los muebles, gemidos un poco más agudos y los suaves golpes contra la primera pared alteraron todos los sentidos de SeokJin.

-Taehyung—había susurrado con intenciones de ser lo más silencioso posible, ronroneando cuando el nombrado encontró su cuello con sus dientes.

-Hyung—se le escapó, torturando esa porción de piel con todo y lengua, buscando llegar a lamer su invisible nuez de Adán y acariciar con sus dientes su barbilla, tentando a un nuevo beso.

Desconocidos que se buscaban en la oscuridad, besándose con tanta violencia y amor, con esa mezcla de paciencia y desesperación, como si pudieran esperar toda la eternidad para verse pero no pueden controlar sus ganas de amarse apenas las pieles se erizan al contacto ajeno.