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|CAPÍTULO TREINTA; DESPEDIDA|

Dos días. Dos días en cual Mayra ha sido atendida por Elijah. Dos días que tuvo que aguantar a Katherine aunque era un poco agradable en esas circunstancias, se podía decir que se entendieron mejor. Elijah y Klaus cuidaban de ella, en especial el honorable. Mayra ya se encontraba mejor, a su cuerpo le costó un poco recuperarse pero lo hizo y sólo le dejo cicatrices en las manos y una en el rostro.

La pelirroja tenía su cabeza en otra parte, comenzó a pensar en la mordida del hombre lobo que tenía Damon. También recordó algo muy valioso que estuvo buscando durante todos sus tiempos libres, sabía que lo había traído pero no recordaba dónde lo había dejado. Hasta en ese entonces. Se vistió con cuidado por su piel sensible, unos vaqueros marrones, camiseta blanca y una chaqueta negra al igual que sus botines.

—Katherine necesito que me cubras—exclamó Mayra mientras se arreglaba la camiseta, alzó la vista encontrándose con Katherine frente a ella.

—Te matará y luego a mi, si se entera que no estás—dijo cansada la castaña, la miró con el ceño fruncido—. ¿A dónde vas?—preguntó confundida.

—Voy a mi casa por algo y ya vuelvo—levantó los hombros.

Ninguno de los dos originales estaba, sabía que si quería escapar era en vano porque la buscarían. Pero no sólo iría a su residencia, también tenía otro propósito.

—Y si me pregunta por ti ¿qué le digo?—cuestionó nerviosa.

—No sé, piensa algo Katherine—dijo Mayra soltando un bufido de frustración para salir por la puerta del departamento que compartía con otras dos personas.

Caminó por los pasillos del departamento hasta llegar a la salida, comenzó a caminar a pasos largos hasta su residencia. Al llegar, todo seguía normal y pacífico sobre el vecindario su casa estaba intacta, no tenía la llave pero sabía donde escondía la llave de repuesto. Caminó hasta una maceta tan normal como las demás, miró el interior y comenzó a sacar un poco de tierra con sus dedos hasta llegar a ver una dorada llave con forma de corazón.

La tomó y abrió la puerta mientra la embriaga el exquisito aroma del interior. Se limpia los pies en la alfombra y vuelve a cerrar la puerta con seguro, trata de correr escaleras arriba hasta llegar a su cuarto para adentrarse en él. Un poco apurada comienza a tirar todas sus cosas de su mueble y arrastrarlo hacia el medio de la habitación, una ubicación casi exacta. Mayra observa el techo y se sube arriba del mueble con sumo cuidado, busca una pequeña rajadura en él y lo toca causando una leve cortada en su dedo haciendo que un pequeño y casi no visible hilo caiga. La pelirroja toma ese hilo y lo estira, la madera de abre levemente dejando a la vista una caja pequeña color negra con dibujos de símbolos en ella.
Una sonrisa se posa en los labios de la pelirroja, agarra la caja con sus manos y se baja del mueble.

Era una caja llena de cenizas de serval, su sonrisa se agranda y se guarda una bolsita en el bolsillo de su chaqueta. También toma su amuleto violeta y se lo coloca en el cuello. Una vez ya hecho todo lo que quería, baja las escaleras y toma la llave de su motocicleta y sale para adentrarse a la noche nocturna. Decide utilizar su teléfono y marca el número de Alaric.