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|CAPÍTULO TREINTA Y DOS; HÍBRIDOS|

-¿Cómo vas? ¿Ray no pesa mucho?-le pregunta el híbrido a Stefan. Mayra quien caminaba atrás de ellos giró los ojos molesta. Le gustaba la naturaleza, le gustaba caminar pero ese no era el momento adecuado para hacerlo, la cabeza le partía de dolor.

-Estoy bien.

-¿Estás seguro, Stefan?-la pelirroja suelta un suspiro-. Llevamos caminando horas-Klaus giró su cuerpo para mirar a la pelirroja-. ¿Cómo estás Mayra? ¿Tienes sed? ¿Quieren descansar?-iba a continuar pero lo interrumpió.

-Estoy bien, perfecta-respondió con los dientes apretados.

-Me sorprendes, nunca pensé que un humano aguantaría tanto-la sorpresa y sinceridad de Klaus molestó a Mayra.

-Créeme que si no fuera lo que soy, sería atleta-Klaus paró de golpe al escucharla, Mayra chocó su hombro contra el de él y siguió su camino junto a Stefan.

-¿Y qué eres Mayra?-los pasos de Mayra fueron interrumpido, se volteó mirándolo a la cara.

-Eso no te importa-respondió tosca. Perdió su humanidad pero eso no significaba que es una estúpida para decirle que es. No a un hombre tan peligroso como él.

-Sí. Si me importa-la mandíbula de Klaus se tensa.

-Bien por ti.

Klaus hacía todo lo posible por no obligarla a decirle qué era. Anhelaba con todas sus ansias saber que ser sobrenatural era la pelirroja, hipnotizarla no podía y eso lo desesperaba. Retomó el camino tras ellos, con una mirada seria.

-Me aburrí de cazar hombres lobos-dice Stefan a la pelirroja-. Llevamos cazando todo el verano-Stefan levanta la cabeza para ver a Mayra asentir.

-También yo. Estoy aburridisima-ambos están de acuerdo con ello.

-Ya chicos, ahora comienza la diversión gracias a Ray-habla Klaus adelantándose observando con fascinación frente a él la manada de Ray.

Un grupo de persona llama la atención de la pelorroja, todos parecían estar en sus cosas, parecían felices. Casi nadie notaron su presencia, Mayra notó que Klaus ya no estaba con ellos. Todos los ojos posibles del lugar fueron dirigidos a Stefan y Mayra cuando el castaño apoya a Roy en la tierra, murmullos y susurros se escucharon. Una mujer grita y corre hacia el hombre para arrodillarse y comprobar si se encuentra bien.

-¿Qué ocurre aquí?-pregunta con voz agitada la morocha y mira directamente hacia Mayra-. ¿Quiénes son ustedes?-pregunta con los dientes apretados, furiosa.

-La pregunta aquí es, ¿que soy?-Mayra quería golpearlo por ser tan arrogante, estaba enojada con él-. Por favor, perdonen la intrusión. Me llamo Klaus -la morocha junto al hombre de ojos claros se alejan a paso lento, los integrantes de la manada se remueven algo incómodos en el lugar.