1 - Caminos entrelazados

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El día de Florencia no podría haber empezado peor. El reloj marcaba las 10 am. Ella ya había tenido 3 entrevistas laborales, en todas la rechazaron. El síndrome de tourette siempre le juega en su contra, ya que nadie entiende que es algo que ella no puede controlar.

Desde que se entero a los 5 años que tenía una hermana, proveniente de una aventura extra matrimonial de su padre, que nació el mismo día y año que ella, su vida dió un vuelco.

Teresa, su madre, nunca la comprendió. Es más, siempre se avergonzó de ella, dificultando aún más la vida de Flor.

En el colegio recibía burlas constantes. Nadie era capaz de defenderla, ni siquiera las propias autoridades.

Virginia era su única luz entre tanta oscuridad. En sus peores momentos, ella siempre estaba a su lado, ocupando el rol de hermana mayor.

De repente, su celular suena. El humor de Florencia no era el mejor, quería que el día terminara de una vez. Lamentablemente para ella, continuaba recibiendo malas noticias.

- Hola Vir, mmh, paso algo?- intentaba ocultar su malhumor en este momento.

- Florci, te notó la voz quebrada, como te fue en las entrevistas de hoy?

- (VULVA ADIVINA) Perdón, prefiero no hablar de eso ahora. Contame el por qué de tu llamado.

- Bueno, emm. Me llamó mamá. Se comunicaron con ella desde el hospital, papá tuvo un accidente y esta grave. Creen que no va a pasar del día de hoy.

- Nonono, mmh - Flor comenzaba a golpearse, sus tics se estaban volviendo incontrolables - Papá no, porfavor. Decime que esto es una pesadilla Vir, él no nos puede dejar asi.

- Calmate Flor, te lo pido por dios. Decime donde estás y paso por vos, lo tenemos que ir a ver a papá cuanto antes.

Las lágrimas en el rostro de Florencia cada vez eran más visibles. Sentada en una escalera, esperando a su hermana, pensaba que más le podía salir mal en su vida.

Ya no había recibido suficientes castigos por ahora? Su papá era fundamental para ella. Aunque lo veía muy pocas veces porque era un hombre de negocios con la agenda atareada, sus fines de semana yendo a la cancha con él eran su vía de escape. Ella podía putear libremente, ser ella, sin que nadie la juzgara. A pesar del poco tiempo que pasaban juntos, su padre la amaba muchísimo.

Virginia demoraba mucho en llegar, la espera se estaba haciendo eterna. Casi llegando al mediodia, a Flor le pareció buena idea ir al restaurant que se encontraba enfrente. Tenía un nudo en el estómago, pero necesitaba pasar el rato en algún lado y evitar pensar.

El restaurant estaba lleno de gente. Era uno de los más recomendados y la gran mayoría hacia reservas hasta con una semana de anticipación.

Pero por primera vez en el día, Flor tenía algo de suerte, y es que sólo quedaba una mesa libre, y la próxima en entrar era ella.

Su aspecto era el de una persona demacrada, agotada. Imploraba solo un poco de paz.

El mozo le trae la carta y ella elige rápidamente. Algo simple, ya que no tenía mucho tiempo.

Pasaron alrededor de 25 minutos y su pedido no llegaba. Era algo sencillo, por ende, si era un restaurant tan eficiente, no podía demorarse tanto. La paciencia de Flor estaba al limite.

Decide ir a quejarse al mostrador, exigiendo que el chef del lugar se haga presente y le diera el motivo de la demora de su plato.

Y es cuando su día empieza a mejorar un poco. Ve salir de la cocina a una deslumbrante mujer. Alta, de ojos verdes, colorada. Era perfecta, sin más. Aunque venía hacia ella con un semblante de enojo a responder su queja, a Flor ya no le importaba su comida. Tenía la leve sensación de que a partir de ese momento, su vida podía empezar a tomar un buen rumbo...

No hay manera de perdernos • Flozmin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora