Capítulo IV

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Hoseok simplemente no podía creerlo.

No podía creer que lo que tanto había afectado a su hyung era el hecho de ser gay.

En parte entendía su miedo. Es decir, no es lo mismo afirmar y revelar que eres homosexual a decir que ayer te measte encima. Era algo muy serio.

Pero igualmente, el cerebro de Hoseok estaba en pause.

Por eso, cuando quiso reaccionar y volvió a ser consciente de sus actos, estaba apretando a su mejor amigo, su maestro y su mayor admiración y orgullo entre sus brazos. Su rostro estaba en el espacio entre el cuello y el cabello negro de Yoongi, con los ojos cerrados, aspirando el aroma que desprendía. Su característico aroma a colonia masculina mezclado con coco. Sus dedos se enredaron en los mechones oscuros de su sedoso cuero cabelludo.

Y Yoongi no podía moverse. Al ver al otro acercarse, se temía lo peor, se temía una bofetada, una mirada de asco, cualquier cosa, menos ese abrazo que le hacía temblar de pies a cabeza y desear a todos los dioses de todas las religiones jamás separarse de su menor.

Poco después, cuando Seokjin pensó que se iban a fundir en un solo ser de tan fuerte que el más joven abrazaba a su amigo, Hoseok se separó y tomó las mejillas del mayor con ternura, sus dedos acariciando sus pómulos.

-Hyung, nunca vuelvas a temer por nuestra reacción. Te amamos, todos lo hacemos. Y personalmente me la trae bastante floja si eres gay, un alien o un viejo amargado, eres Min Yoongi, y eso es todo lo que necesito.

-Exacto, Min Yoongi -intervino Seokjin, quien sonreía suavemente. – Nunca vuelvas a ocultarme algo porque juro que te dejo sin cena.

Todos rieron, incluido él, quien aún tenía delante a Hoseok. Miró su sonrisa, y sintió que esta le daba miles de años de vida.


Después de ese momento de confesión, de los abrazos y palabras de apoyo y, cómo no, alguna que otra broma, el grupo se fue dispersando a sus habitaciones. Esa noche, debido a los nervios, decidieron dormir con quien realmente les viniera de gusto. Los primeros en irse a dormir fueron Taehyung y Jimin, seguidos de Namjoon. Al parecer, los menores querían jugar a un videojuego que el mayor tenía en su cuarto, uno exclusivo (según el experto Kim Taehyung) y el pequeño Jimin ansiaba poder pasar un rato con su mejor amigo y su líder. La velada acabó rápido para ellos: Jimin se abrazó a Taehyung mientras este jugaba a ese juego hasta quedar dormido, con el mando en el torso. Namjoon había salido apenas media hora a su pequeño balcón para hacer una llamada. Cuando volvió a entrar, sonrió y apagó la televisión.

-Creo que podemos hablar un poco más, princesa -dijo con una tímida sonrisa en sus labios al escuchar la risa de aquella chica de los hoyuelos ilegales.

- ¿Seguro? No quiero molestar...

- Tranquila, Jimin está babeando la almohada mientras Taehyung sigue abrazado a su teléfono.

La chica soltó otra risa y Namjoon juró estar tocando el cielo con solo eso.

- Igualmente ya es tarde, Namjoonie. Deberías estar durmiendo, descansando para mañana.

- Un poco más y me iré a dormir -indicó mientras se acomodaba en la cama libre, apagando la luz de la pequeña lámpara de la mesita de noche. - ¿Verás el evento?

- No me lo perdería por nada del mundo, Nam.

Por otro lado, Seokjin arreglaba un poco la cama donde iba a dormir, suspirando y recordando aún la escena de lo que había pasado abajo apenas una hora antes. Podía jurar que ese par de idiotas estaban enamorados o, al menos, se gustaban. Pero ni de lejos iba a presionarlos. Primero, porque Hoseok siempre lloraba cuando estaba bajo presión.

Eso era algo que los miembros habían aprendido meses atrás, cuando le presionaron para que les contara por qué estaba tan decaído. Después de quince minutos y una regañina, Hoseok acabó llorando a lágrima viva mientras confesaba que se sentía horrible porque se veía feo, como un caballo. Que nada en él era bonito.

Y tampoco quería presionar más a Yoongi, cuando hoy había dado un gran paso en su vida. Él, observador, podía jurar que había visto como si el mayor lanzara al suelo una losa al sentir los brazos de su amigo rodearle de esa forma. Así que no, Min se había ganado un merecido descanso.

- ¿Qué tanto piensas, hyung?

La voz suave y melodiosa de Jungkook lo sacó de sus pensamientos. Se volteó con cuidado y vio a su protegido con simplemente su ropa interior y una camiseta grande y blanca.

Bueno, lo de grande era relativo, porque esta marcaba muy bien los hombros y el abdomen el menor. Lo marcaba demasiado bien, según la opinión de Seokjin.

- Nada importante, pequeño. Vayamos a dormir, anda.

Se tumbó sobre la cama y vio al chico acercarse, colarse bajo las sábanas y pegarse a su cuerpo. Seokjin suspiró levemente y abrazó de forma delicada al otro. Estaba muy tenso al sentir a su amigo tan cerca. Sentía el calor ajeno contra su piel, pese a llevar un pantalón de invierno y una camiseta de manga larga. Sentía su pecho moverse por la respiración calmada contra su costado, haciéndole cosquillas. Una de las piernas sobre las propias y una mano traviesa sobre su pecho.

Y, por si la mierda no era suficientemente grande, la respiración calmada en su mandíbula. Se volteó suavemente para ver si el chico seguía despierto y poder hablar para distraerse, pero solo pudo mirar los delicados labios de Jungkook entreabiertos, ensalivados, rosados. Listos para ser mordidos.

Iba a ser una noche muy, MUY larga.


En la habitación de delante todo era diferente. Yoongi y Hoseok veían algunos vídeos juntos desde el teléfono del menor. Pero ninguno prestaba atención a ese documental.

Yoongi seguía algo atormentado, preguntándose qué pasaría si confesara sus sentimientos hacia Hoseok. Quería gritarle al mundo que se había enamorado de ese chico con tantos complejos, de ese girasol hiperactivo y pesado, de ese excelente bailarín, del chico esperanza, del chico sonrisas-gratis. De su batería.

De su pequeño rayito de sol.

Cerró los ojos y pensó en como sería estar tomados de la mano bajo el gran escenario, compartiendo sus nervios, y de vez en cuando, algún beso robado. Alguna mirada cómplice. Algún "te quiero" susurrado para que solo el otro fuese testigo.

Hoseok se percató de que el otro había cerrado los ojos, y su respiración era suave de nuevo. Sonrió y bloqueó el teléfono para conectarlo al cargador y, con cuidado, acurrucó mejor el cuerpo del mayor sobre su pecho, tapando bien su pálida piel con las mantas. Su brazo que quedó bajo el cuello de su hyung empezó a repartir caricias por su cabello, poniendo su otra mano bajo su propia cabeza.

Y entonces, se dedicó parte de la noche a estudiar el rostro ajeno, sus expresiones, todo lo que podía captar, hasta quedarse dormido así.

Frente contra frente.

Pensando, en qué bonito sería ser el objetivo de los pensamientos de Min Yoongi.


Ma joie c'est toi  || yoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora