Nuestro matrimonio fue arreglado.
Mis padres no encontraron mejor manera de arreglar nuestros problemas económicos y de deshacerse de mí.
Pero tanto es su odio hacia mí, que parecieron escoger al hijo de Ragnar Lothbrok más difícil de todos.
Ivar.
B...
—Ivar, ¿qué estás haciendo?—le preguntó Ubbe con curiosidad, en cuanto se acercó junto con Hvitserk a ver lo que yo admiraba y vigilaba.
—Ahora verás.—dijo Ivar, y con esfuerzo, pasó su pierna con una prótesis metálica al frente, después la otra.
—Tú puedes amor...—lo apoyé en voz baja, en cuanto tomó la muleta con una mano, listo para hacer fuerza y ponerse de pie. Le costaba fuerza, así se paró poco a poco.
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Cuando logró estar de pie, Karl aplaudió y rió emocionado, es super tierno este niño, y sabe lo que le cuesta a Ivar, su nuevo papá hacer esto.
—Con calma...—le dije, en cuanto comenzó a caminar, lento y con cuidado.
Llegó frente a nosotros, y cuando estuvo seguro de tener el equilibrio adecuado, se enderezó. Sonreí al ver que Ivar se pudo parar, y que era mucho más alto que yo.
Mis ojos se inundaron de lágrimas al ver su sonrisa de satisfacción al ver el mundo de otra manera. Él con paso lento pero seguro se acercó a mí, y me rodeó con sus brazos, acercándome a él con un abrazo. Pude sentir un beso en mi coronilla de su parte también.
—Ya nada podrá detenernos amor.—me susurró y yo solo me aferré más a él.—Jamás me había dado cuenta de lo pequeña que estás.
Claro Ivar, manda el momento tierno por la borda.
(...)
Nos encontrábamos tranquilos en nuestra residencia, por llamarle de alguna manera, Ivar mantenía a Karl en sus brazos, y yo estaba sentada en una silla junto a ellos, tranquilos todos. Entonces, entró un hombre con una joven esclava, Ivar ordenó que solo se quedara ella.
—Esclava, ¿sabes quiénes somos?—preguntó Ivar, mientras que jugaba con la mano de Karl.
—Claro. Son Ivar y ______.
—Ivar y ____.—dijo él algo... tranquilo.—¿Eso es todo?
—No.—se apresuró a decir la joven.—Ivar "el deshuesado" y ______ "Coldheart." La pareja vikinga más temida de todos los tiempos.
—Pareces no tenernos miedo.—observó Ivar, ya que normalmente las demás esclavas siempre entran temblando.
—No.
—Esperamos ser atacados por los sajones. Tienen un ejército numeroso fuera de estos muros. Debemos pedir ayuda a los dioses.—le conté a la joven.—Debemos ofrecerles un sacrificio.
—¿Estarías dispuesta a ofrecerte como sacrificio?—le preguntó Ivar, sin más rodeos.
—Haré cualquier cosa que me pidan.—dijo con mirada pícara, exclusiva para Ivar, jugando con el borde de su vestido.
Endurecí la mandíbula, de verdad que esta chica no tiene vergüenza alguna. Hizo una reverencia completamente tonta, haciendo que el escote de su vestido, estuviese a la altura de la mirada de Ivar.
