Capítulo Trece.

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Desperté con el sol fluyendo por la habitación. Ivar estaba sobre su estómago, la cabeza en sus brazos, la luz encendió sus tatuajes, que intrincadamente cubrían su espalda. Hace uno o dos días que se los hizo, pero no me había tomado el tiempo de admirarlos.

Ivar se encontraba dormido aún, así que me recargué en mi brazo y me acerqué un poco más a él, recorriendo con un dedo sus tatuajes suavemente. Ivar gruñó adormilado aún, los músculos de su espalda se movían, mientras que él giraba a verme.

—Buenos días.—dijo con una sonrisa traviesa, que se abrió paso en su cara.—¿Disfrutando de la vista?

—Buenos días. Tus tatuajes son increíbles.— contesté, aún trazándolos.

Ivar soltó un largo suspiro y puso su cara sobre la almohada, disfrutando de la sensación de mis dedos en su piel, Ivar volvió a soltar un gruñido.—Preferiría sentir tus dedos y tus uñas rasguñando mi espalda, en lugar de acariciándola.

No pude evitar reír por su comentario descarado.—Algún día Ivar, algún día.

(...)

Ivar camina a su paso por las calles de York, Hvitserk y yo vamos tras de él. Dejé a Karl con Jo, quien se mantiene sana. No quiero sacarlo a las calles y que caiga en enfermedad.

—No entiendo.—Dijo Hvitserk, viendo a la gente morir lentamente.

—¿Qué es lo que no entiendes, Hvitserk?—preguntó Ivar, mientras pasábamos al lado del fuego.

—No entiendo porqué fingen quemar a nuestros muertos.

—Es parte de nuestro plan, tranquilo Hvitserk.—lo tranquilicé.

—¿Qué plan?—preguntó ansioso por saber qué nos traemos entre manos.

Ivar se giró molesto, así que aguanté la respiración por el susto.

—¿De verdad pensaste que no teníamos un plan ya?—le cuestionó Ivar a Hvitserk. Eso suena realmente estúpido si lo piensas.—Claro que tenemos un plan.

Y me enamora cada vez más que también me incluya en los planes. Pues básicamente son sus estratégias y lo único que yo hago es aportar o modificar ciertas cosas.

—De _____ no lo dudaba.—dijo Hvitserk y tragué saliva, nerviosa por lo que fuera a decir después.—Pero tú lucías algo despreocupado por lo que pasase fuera.

—Soy un lisiado.—dijo dándose la vuelta de nuevo, para continuar a caminar.—No un idiota.

—Averigüe algo junto con Ivar, Hvitserk. Los romanos eran muy astutos.—comenté, como un dato curioso, o pista, como quiera tomarlo él.—Nuestro plan se basa en lo que averiguamos.

—¿Qué es? Necesito saber.—presionó Hvitserk.

—Y lo sabrás, hermano.—comentó Ivar, con un poco más de dificultad al caminar, supongo que ya se ha cansado. Lleva vario recorrido con un mismo ritmo.—En su momento.

Hvitserk se quedó quieto unos segundos, así que me detuve a su lado un momento para susurrar.—Sabemos lo que hacemos, tranquilo.—y seguir el paso acelerado de Ivar.

(...)

El plan tenía que salir a la perfección, de lo contrario estamos completamente jodidos y pasaremos a la historia como unos idiotas.

Un error, un estornudo, una exclamación, algún sonido humano y estamos jodidos.

El agua se movía constantemente bajo nuestros pies, así que podría llegar a parecer que es el simple flujo.

¿Por qué con él?| Ivar Ragnarsson y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora