reglas de colores

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Los bandidos se estaban felicitando por capturar a un grupo de gyojins, seguramente ganarían un gran cantidad de dinero por ellos, mientras que los hijos del mar tenían en sus corazones un gran temor a lo que pasaría en el futuro, después de todo estaban perdiendo uno de los cosas más importantes que había en el mundo, su libertad

Pero inesperadamente y para el beneficio de los gyojins una melodiosa voz les decía a los criminales que los liberara, estas miraron al techo para ver quién era la que se había atrevido a molestarlos, pero al ver a la imagen de semejante mujer tan atractiva, no perdieron el tiempo y empezaron a alabar su belleza con comentarios pervertidos y muy poco educados, pero la demoniza ni se inmuta, aunque Larisa los mira feo y luego miro con cuestionamiento a su capitana, sin poder evitar que sus mejillas se enrojecieran un poco porque de verdad lucía muy bien, lo cual le molestaba un poco por qué ella no quería encontrar a su capitana atractiva en ningún sentido, "maldito efecto afrodisiaco" pensaba Larisa

Juria solicito lo más amablemente que pudo y que su ya bastante reducida paciencia le dio, ante la negativa ella rápidamente hizo de los últimos momentos de las vidas de esos traficantes de personas fueran una completa miseria, después liberó a los gyojins, que estás muy agradecidos con su señora de los mares estaban hasta dispuestos de besarle los pies, ella se negó alegando que la mejor forma de que la agrede hicieran era si volvían al mar y tenían más cuidado, en lo que ellos obedecían las ordenes de su suprema majestad, también hablaban de lo generosa y humilde que era

Lo que no sabían era que la verdad Juria no quería que ellos la tocaran, no es que les desagradara o que les pareciera asquerosos o algo parecido, todo lo contrario, para ella los gyojins eran criaturas bastante hermosas y singulares, pero el problema era que ella no quería que sus poderes les afectara, porque el contacto con su piel también daba una descarga eléctrica que pasaba los nervios y producía un enorme placer, hasta el más mínimo toque podía paralizar momentáneamente, aunque dependiendo del tiempo en el cual se hubieran expuesto al contacto de la demoniza, ya sea de unos simples segundos a horas o hasta días

Lo otra razón era que a Juria no le gustaba que la tocaran los hombres, desde que nuevamente recordó en sus pesadillas con el ser que había abusado de ella y todo el daño que se le había causado, nuevamente había vuelto a su trauma que por un tiempo había olvidado, ella no le gustaban los hombres, si al caso, que sólo la mirarán y tal vez hablar con ellos, pero nunca más dejaría que otro hombre extraño la tocara nuevamente, era muy recelosa de su cuerpo ahora

De hecho, así de mucho que había logrado serlo que había diseñado un código de colores que sus nakamas debían seguir casi religiosamente para saber cuándo podían tocarla o no, el desobedecer la regla y tocarla sin previo aviso constituía en una poderosa descarga eléctrica de placer que las dejaba inmóviles casi una semana y después de eso venia un castigo físico terrible, la otra vez, Juria la había partido las piernas a Eluria y la obligo a arrastrarse por tres días, cada vez que la veía intentando volver a caminar durante ese periodo de tiempo le volvía a partir las piernas, además que fracturaba su pelvis a punta de dolorosos pisotones 'así que deseas tocarme, dime, ¿Cómo se siente mi toque?' les preguntaba, aunque a pesar de que la clon sufría un enorme dolor por el maltrato jamás dejaba de ver a su originar con trastornados ojos de amor, lo cual enfermaba más a la demonio y hacia que le escupiera en la cara

El código era simple, según Juria 'para que hasta un idiota lo entienda' decía ella, eran cuatro colores negro, rojo, morado, y amarillo, cada vez que alguien se le quisiera acercar debía preguntar '¿de qué color te sientes?' y dependiendo de lo que ella respondiera, la persona podía proceder a hacer contacto con ella o por el caso contrario alejarse por su propia seguridad

Demoness's PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora