Demoness's Pain

un hombre agradecido con promesas que cumplir

- Capitán, hemos llegado a la isla Ami –dijo Eluria con emoción

Juria asintió, dando la orden indirecta de desembarcar ahí, se bajaron en el puerto donde la capitana dio órdenes de recolectar información y suministros, se dividieron prometiendo volverse a ver dentro de cinco horas

La isla de Ami era un lugar agradable, era una isla primaveral, conocida por las hermosas flores que crecían allí, era un lugar pacifico donde lo piratas no se metían mucho gracias al enorme cuartel de la marina que protegía el lugar, era una lástima que para la demoniza, el que estuviera la marina ahí no le hacía flaquear de su decisión de hacer de ese bello lugar en un infierno viviente, hasta que solo quedara polvo y cenizas, junto al recuerdo de cómo fue la isla primaveral de Ami una vez

Pero antes de eso debía ver si valía la pena algo que salvar de ese lugar, con eso se refería a la información, así que primero, ya que tenía bastante tiempo que perder por el hecho de que ella casi no hacía nada más que dar órdenes, por que por algo era la capitana, decidió perder el tiempo en la biblioteca de esa tranquila ciudad, lo cual resulto ser una decepción, o ya había leído eso o no le parecía interesante, además y para colmo de su mala suerte, los libros de historia tenían enormes errores, no contaban bien como había pasado las cosas

- Genial, ya era suficientemente malo que hubiera censura histórica en la vida real, porque también tiene que haber en este fic de cuarta –murmuro- ah si.... Aquí también hay políticos corruptos, ¿y que?, ahora esto tendrá partes basadas en hechos reales, ni que fuera trama de película de terror

Así que mientras decidía si destruir el cuartel marine o ir a una casa del placer para ver a unas strippers y relajarse un poco, decidió entrar a un bar cualquiera donde pidió algo de comer algo dudosamente comestible junto a una botella de ron, eso tendría que calmar el vacío del estómago antes de ir a darse un buen festín de almas en la base marine o unas deliciosas hembras en la casa del placer

Mas decidió que era mejor ir a robar información en la base merina, las chicas estaban bien, pero en orden de prioridades, la información siempre estaba primero sobre la perversión

Mientras tanto en otro lado del mar, cierto joven ojeroso de unos veinte años contemplaba las profundidades del mar a través de la pequeña ventana, estaba en su enorme cama tratando de conciliar el sueño, pero este se negaba a llegar, los recuerdos de su pasado volvían a invadir su mente, sobre todo, la perdida de Cora-san, cerró los ojos con fuerza para que no se atrevieran a salir lágrimas, no debía llorar, pero aún le dolía el hecho que se sacrificara por él, aun recordaba sus últimas palabras

- Perdóname Law... -decía en una voz muy baja para que su hermano y sus secuaces no lo escucharan- creo que no podremos navegar juntos tal y como lo prometí, te he fallado y a esa niña también, no podre salvarla de mi hermano... pero me pregunto, si al menos podre salvarte a ti Law –sonrió- yo no tengo la oportunidad de sobrevivir, pero recuérdame después de mi muerte Law... moriré con una sonrisa, porque si algún día me recuerdas, quiero que me recuerdes sonriendo

Y así lo hacía, jamás olvidaría su estúpida y bizarra forma de sonreír, tampoco todo lo que había hecho por él, aunque no fue solo Cora-san, también esa rara mujer que se la pasaba sonriendo mientras aclamaba a los cuatro vientos el amor hacia la humanidad, el mundo y todo lo que la rodeaba, era una mujer muy extraña e inusualmente bellísima, aunque lo que más destacaba de ella era que también ella era su salvadora al igual que Cora-san, le ayudo a vivir más tiempo, cuando su enfermedad estaba a punto de acabar con él una vez, también lo salvo cuando murió corazón, así, evitando que él, en ese entonces un niño de 12 años, callera en las manos de Doflamingo