Tu semblante, doncella mía, es la aurora de mis días,
qué sería de mi vida si no amanecieras conmigo...
Tus ojitos, aún cerrados, son el faro que me guía,
y tus labios dormilones son el haz de luz que sigo.
Duermes tan rico, princesa, que no quiero despertarte,
hay algo, un no se qué, que me motiva a mirarte,
contemplarte mientras sueñas, quizás mil sueños de niña,
sos mi fuerza al iniciar mi día, el agua fresca que cae en mis viñas...
Te ves tan linda, sois preciosa, sois la diosa de mi cuento,
vives tan dentro mío, sois de mi alma el alimento.
Cuanto quiero, oh mi reina, hacer eterno el momento
para mirarte por siempre, para que seas mi aliento.
Ay mi niña, no quiero, no quiero que despiertes,
de tu rostro así dormido quiero ser el centinela.
Soy el ángel que te cuida, quien su dulzura vierte,
en cada parte de tu piel dibujando a su roce estelas...
Pero tu día es agitado, y sé que debes surgir,
como emerge de las fuentes el agua clara en invierno,
por eso, amada mía, debes dejar de dormir,
he pasado ya mucho tiempo en espera de tu saludo tierno.
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De estación en estación
PoetryColección de poesía "El sentimiento muchas veces confunde... muestra simplemente la respuesta de las largas conversaciones entre el alma y el corazón, donde el alma siempre toma la iniciativa. Si esto alcanza la mente y las manos, el resultado será...