Qué hermosa eres, azucena mía, la más bonita entre todas,
la flor entre las flores que yo soñé en mi jardín.
Fue cuando asomaba el invierno, en el tiempo de la poda
cuando el deleite llegó a mis ojos, cuando te conocí!
Fue misterioso el impulso que me llevó a encontrarte,
estaban cerrados mis ojos, vi llegar luz y los abrí:
era el reflejo de la aurora, que me animaba a buscarte,
pues a tus pétalos había ido, y ellos la enviaron a mi.
De lejos te contemplaba encantado por tu belleza,
en mi corazón se fraguaba el deseo de estar a tu lado;
un dulce calor me envolvió, y con tanta delicadeza
disipó el frío de mi timidez, arrancó mi temor arraigado.
Qué agradable ha sido el camino! Qué agradable ha sido mi espera!
En cuanto más me acercaba, más preciosa te mostrabas:
Eres blanca, princesa mía, radiante como una estrella,
azucena mía, la flor entre las flores, la que yo anhelaba.
Ahora que estás conmigo, mi jardín se ha embellecido,
eres música para mi alma, compañera de camino.
Buscamos el mismo destino, y mientras esté contigo
pondré el agua para cuidarte, para que el Sol la transforme en vino.
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De estación en estación
PoesíaColección de poesía "El sentimiento muchas veces confunde... muestra simplemente la respuesta de las largas conversaciones entre el alma y el corazón, donde el alma siempre toma la iniciativa. Si esto alcanza la mente y las manos, el resultado será...