30. Resistencia

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Las palabras se quedaron flotando, no hubo ningún sonido después de eso.

Mangel seguía abrazándome, su cuerpo seguía desprendiendo ese calor, sus labios seguían con su labor de callar mis pensamientos con sus dulces susurros, sus manos seguían acariciando suavemente mi espalda. Hubo un momento en el que pensé que tal vez él no había escuchado mi estúpida declaración, pero sus palabras nuevamente me dejaron sin aliento y apretujaron cada parte de mi alma.

-Yo también te quiero, te quiero como no tieneh idea, Rubiuh –su voz salió tan lenta, tan baja, tan dulce, tan sincera. Mi corazón brinco de alegría, la sangre pareció reaccionar y se acumuló en mi rostro, queriendo mostrar su reacción ante tal declaración -. Te quiero, y no soportoh que te traten como lo hizo Camila, no soporto que te dañen, eh por eho que...

Su voz fue cortada por su mente, se cortó con el filo de los pensamientos que le atormentaban, lo sentí. Sentí como su cuerpo se ponía rígido y su respiración se entrecortaba, un silencio de apenas segundos fue pausado por un fuerte sollozo que rasgo la garganta de Mangel, un sollozo que me partió el alma y provoco que un instinto que tenía dentro de mí despertara, ese instinto de protegerlo y que nada le pase.

Pequeños sollozos siguieron el camino del anterior, sentí como sus lágrimas penetraban por el suéter delgado que portaba y se colaban por la camisa encontrándose con la piel de mi hombro, aquella agua salada pintaba cada parte de mi alma, pintaba mi piel con el camino que seguían y penetraban mi corazón causando que mis ojos actuaran de la misma manera que aquellos orbes cafés.

Sentí que estaba siendo sofocado, no entendía el dolor de la hermosa persona que se encontraba sollozando y me sujetaba como león a su presa. Mis brazos trataron de liberarse de los suyos, logre colar uno por un pequeño hueco que se había formado entre nuestros pechos, reclamando libertad, guie mi mano hasta llegar a la mandíbula de Mangel que reposaba en mi hombro y le obligue a mirarme.

Una lágrima descendió por mi mejilla al observar sus ojos brillosos, sus mejillas sonrojadas y húmedas al igual que sus pestañas, como si una lluvia fría hubiera acariciado su rostro, sus labios entreabiertos lanzando hipidos y suspiros para recuperar el aliento perdido en la tormenta. Con mi otra mano logre quitarle los lentes, pudiendo observar mejor sus preciosos ojos cafés, ese café que pintaba mi universo, ese hermoso café que logró cautivarme y elevarme a un lugar que no conocía, sólo con mirarlos.

Dirigí una mano a su nuca y acerque su cabeza a la mía juntando nuestras frentes, sentí como su aliento se colaba en mis labios, lleve mi otra mano a su rostro limpiando los rastros de aquella lluvia que estaba cesando en su interior. Mi pulgar acarició delicadamente por debajo de sus ojos y sus mejillas, dibujando a su vez figuras abstractas, pintando mi mundo sin estrellas.

Junte su nariz con la mía, joder. Quería besarlo, quería lanzarme y besar esos labios que me pedían a gritos atención, quería conocer el sabor de su boca, conocer de la manera correcta su embriagante sabor, quería devorar esos labios rosados, acallar sus suspiros con tan sólo un beso mío. Quería hacerlo mío.

Pero me contuve.

Por respeto a él, por respeto a mí, por respeto a Camila, por respeto a mis sentimientos y por respeto a su fresco llanto me contuve. Sólo por respeto.

Interrumpí aquella atmosfera silenciosa, pintada con pequeños suspiros y sollozos.

-Mangel, tranquilo. No sé qué es lo que te pasa, no sé por qué no me dices nada, pero –sus ojos estaban conectados con los míos, por un momento creí que descubriría mis sentimientos, creí que gritaría, pero sólo calló y se dedicó a contemplarme -... quiero que sepas que siempre estaré contigo, pase lo que pase, ¿vale? Me da igual si vienen un millón de mujeres o sólo una, siempre contaras conmigo y quiero que confíes en mí, ¿de acuerdo?

Su mirada me expresaba tristeza, una tristeza que no fui capaz de descifrar.

-Ehe eh el problema, Rubiuh. Si confió en ti temo que no seguiráh conmigo, ¿Cómo puedoh ehtar seguro de que ehto que me pasa no eh algo temporal? Digo, sé que no lo eh, pero... -lanzó un gruñido de frustración al no saber cómo poder expresarse, una sonrisa ladina se pintó en mi rostro y le tome sus mejillas, obligándolo a que se concentrara sólo en mí.

-Hey, calma. No te estoy obligando a contarme nada, sólo cuando sientas que confías en mi podr...

-No eh que no confíe en ti, ¿vale? Es que yo... -desvió la mirada y solté una diminuta risa que silencie enseguida.

-Mangel. Yo estaré aquí, pase lo que pase, sientas lo que sientas estaré aquí, cuando estés seguro de eso que llevas dentro seguiré aquí para escucharte. Que se grabe esto en tu cabezota.

Sonrió y poso sus labios en mi mejilla izquierda. Mi piel en ese punto quemaba, mis vellos de la nuca se erizaron y mi pulso reaccionó alterando su rango normal. De nuevo el color carmesí invadió mi rostro, me quede petrificado.

Después de eso sentí como su mano tomaba la mía y me lanzaba una bella sonrisa, como si lo del beso no hubiera sido suficiente, mi interior sintió derretirse a causa de su cálido afecto que tenía en mí.

-Vamoh a descansar, ha sido una noche muy alterada para amboh.

No pude estar más de acuerdo.



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Sólo dos palabras:

PINCHE

FRIÓ 

Si Fuera... Si Pudiera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora