— ¿Entonces funcionó otra vez? —pregunta Ana llena de alegría.
—Sí. Volvió a funcionar, Abraham se creyó todo lo que le dije. Es más ingenuo de lo que pensé.
—Pero no te noto feliz... ¿Te sucede algo?
—Estoy preocupada por lo de Kalin. Eso es todo.
—O que hablar con Abraham te afectara.
—No, nada de eso. Me molesta mucho que Kalin se ponga en esa posición ahora. ¿Por qué después de lograr que el tratado vuelva? ¿Cuál es el sentido?
—Oye, tranquila. Cuando regreses aquí te llevaré a un lugar muy hermoso y lleno de música —promete, antes de reír un poco.
Sonrío ampliamente antes de colgar. Después me dispongo a salir de mi habitación y enfrentar a Tate. Voy rápidamente hacia la suya con algo de temor, ya que, a pesar de ser pasivo, el rencor es lo primero en su vida.
Camino velozmente hasta que finalmente estoy en su puerta, y la abro sin llamar. Él está durmiendo, así que entro y cierro.
—Tate —le hablo suavemente.
Él se queja un poco antes de abrir por completo los ojos.
—Maya, ¿Qué haces aquí?
—Quería hablar contigo.
—De acuerdo.
Suspiro de nuevo.
—Sé que estás molesto por lo liberal que he sido. Lo siento.
Una risa carente de humor brota de su garganta.
—Lo peor de todo, Maya, es que sabes la verdadera razón por la cual estoy molesto.
Me lanza una mirada de completo odio, y se va al baño. Me acerco a la puerta y toco fuertemente.
—Vete, maldición. No quiero hablar contigo —escupe con enojo.
—Sé que es por Abraham, pero debes saber que nada cambiará. Él seguirá aquí, Tate. Así que si vas a hacer esto y dejarás de hablarme, lo harás sabiendo que nuestro problema no tendrá solución.
No responde así que mi única opción es irme. Abro la puerta y me acomodo los botones de la blusa que llevo. Cuando alzo la vista, Abraham está mirándome con una clara expresión de confusión. Entonces doy un par de pasos y Tate aparece sin camiseta.
Abraham nos mira y termina por bajar las escaleras.
—Creí que no querías hablar conmigo —siseo sarcástica.
—Salí a ver si cerraste la puerta.
Él ingresa nuevamente a su habitación y voy a la sala. Sé que Abraham está ahí. Una vez que llego, me ignora por completo. ¿Qué se supone que deba hacer?
—Nuestro vuelo sale mañana —decido decir al fin.
—Lo sé.
—Vale —respondo igual de cortante.
—Parece que la pasaste bien anoche.
—La verdad no hice nada nuevo.
—Con él —completa.
—Ah, ya veo por dónde va la cosa.
—Me parece perfecto, entonces —replica molesto.
Camino con sutileza y me siento en un mueble.
—De hecho lo hace bien —suelto, y él me mira un poco sorprendido—. Y sí. Sí que la tiene grande.
—Arréglate. Vamos a salir.
—No tengo ganas, pero gracias.
— ¿Te sonó como si preguntara? Es una orden, amor. Tienes treinta minutos.
— ¿Y si no quiero? —contraataco.
—Sí quieres, Maya. Sí que quieres.
Se pone de pie sin dejarme opción a nada.
La curiosidad me invade.
¿Qué de malo podría ocurrir?
(...)
Abraham lleva conduciendo varios minutos y no hemos llegado a ningún lado.
—Si no vamos a ir a ningún lado, mejor regresemos.
—Cállate.
—Oye imbécil, no me vuelvas a callar.
—Lo haré si eso quiero.
— ¡No tienes derecho! No eres nadie —grito tanto como puedo.
—Soy el maldito amor de tu vida. ¿Cuánto poder crees que tengo sobre ti?
—No lo eres, joder. Ya me tienes cansada con eso.
—Ayer dijiste...
—Sé lo que dije —lo interrumpo—, pero eso no significa que puedas volver como si nada y darme órdenes.
—Me molesta que hagas esto y lo sabes. Sabes que, no importa cuánto tiempo haya pasado, te amo. Imaginarme a otro en la misma cama que tú... eso es una tortura.
—Tuvimos sexo una vez, Abraham. No exageres.
Él ríe.
—Eso era porque tú así lo querías, ya que de lo contrario, te habría hecho el amor tantas veces como pudiera.
—Puedes hacer lo que quiera ahora. Sólo búscate a una chica y listo.
—Te aclaro que no estamos en ninguna cita —espeta, para luego detener el auto—. Nuestro último día aquí será épico, amor. Te lo prometo.
No replico absolutamente nada y descendemos del auto.
—Entonces me traes a una discoteca por la mañana. Muy interesante —mascullo con sarcasmo al ver la fachada del local.
—Sólo camina.
Esta vez decido no luchar y obedecer. Necesito saber hasta dónde es capaz de llegar por retarme.
—Buenos días —dice un hombre barbudo para en la puerta del lugar.
—We gon' fuss —habla Abraham, y lo miro sorprendida. Vaya mierda... su voz suena tan sexy cuando habla en inglés.
—Adelante. Disfruten del reto —responde el hombre.
Con muchas dudas entro.
—Dime qué es eso del reto. Por cierto, ¿Lo que dijiste ere la contraseña? Porque es muy estúpida.
—El premio es medio millón de dólares. Esta es una cadena de mafias latinas, por cierto. Hay tres niveles. Y sí, esa es la contraseña.
—Sé más explícito, por favor.
—Nuestro nivel es el uno. Básicamente tenemos que pasar un día aquí. En el nivel dos la cosa aumenta de golpe y es una semana. El tercer nivel, es un mes. ¿Sabes qué es lo gracioso? Que en ocho años nadie jamás ganó. Y la única razón es que todo este juego es estúpido pero entretenido. Las personas que vienen aquí lo hacen para divertirse. Sólo veinte llegaron al nivel dos.
—Entonces esto no tiene sentido —respondo sin más.
—Es como una excusa para divertirse sin parar.
Seguimos caminando por un largo pasillo, hasta que al fin visualizo una puerta.
—Entiendo que es tonto y todo, pero lo que no me dices todavía es qué haremos.
—Bailar, tomar, fumar, drogarnos, orgías... bla, bla, bla.
—Quiero saberlo en serio, Abraham —insisto.
Él abre la puerta.
—Y ya lo sabes. No te estoy mintiendo.
Todo lo que veo es repugnante y asqueroso. Demasiado asqueroso.
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GRACIAS POR SEGUIR AQUÍ ♥
EL PRÓXIMO CAPÍTULO ES JUERTE JUERTE :v
—Evelyn.
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Trust me (COMPLETA)
FanfictionSEGUNDO LIBRO DE LA BILOGÍA *PELIGROSA ADICCIÓN* Iniciada: 05/10/17 COMPLETA Ella tenía la oportunidad de hacerlo pedazos, de retribuir todo lo malo que él le hizo, pero en ese momento no pudo, pues hablaba en serio cuando dijo que no podría lastima...