10. Mugman

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-Entonces, ¿debo entrar aquella iglesia abandonada y tomar un libro?

-Así es- contestó el demonio-murciélago- el necronomicón para ser exactos. Sencillo, ¿no?

-Si tu lo dices.

Tomé el mapa que aquellos individuos me habían trazado y emprendí marcha hacia la iglesia. Ya había conseguido múltiples objetos para invocar a mi hermano, como: un anillo de oro con la piedra "filosofal", una vela blanca, un espejo grande de cuerpo entero y una especie de manta negra.

Recorrí aquella iglesia que se encontraba en ruinas. Tenía un jardín enorme, lleno de estatuas de mármol; te daba escalofríos pasar a su lado, porque parecía que te seguían con la mirada. Finalmente, pude entrar. Las paredes se estaban colapsando, la madera crujía con cada paso que daba, los miles de asientos  desocupados, la oscuridad y el silencio le daban un ambiente tétrico a aquel lugar. La cúpula estaba despintada, no se veían bien los ángeles, los santos seguían en su lugar, llenos de polvo, a algunos le faltaban la cabeza; pero no miento cuando digo que estaba muriendo de miedo al ver que tenían sangre, ¿ en dónde cojones me he metido? Abrí el mapa me dirigí hacia donde estaba apuntado: el púlpito. Estaba arriba de mí, genial tengo que subir. Al abrir una puerta, el chillante sonido invadió el lugar yel polvo salió irritando mis ojos y mi nariz. Había unas escaleras de madera asombrado y aterrado veía cómo iban hacia la oscura planta alta.

-Todo sea por tí, hermanito- me armé de valor pisando el primer escalón.

Con cada paso que daba, un escalofrío recorría mi espalda. Llegué al segundo piso, y frente a mí, un pasillo se alzaba, "Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en las tinieblas, encadenados a la espera del juicio", leí en una pared manchada de sangre. Quiero huir de aquí, pero no lo haré hasta tener ese libro. Sentía que me vigilaban al abrir cada puerta esperando que una me llevase al púlpito, hasta que finalmente la encontré. Me horroricé al abrirla, había un cadáver, y en su mano sostenía el Necromicón o como se llame.

-¡Qué puto asco!- exclamé al arrebatarle a aquel cadáver el libro.

Salí de ahí, pero un gran estruendo me detuvo en el pasillo. Un rugido me ensordeció, mis ojos me engañaban al notar lo que se acercaba hacia mí: un cíclope.

Me dirigí hacia la salida lo más que podía, aquel monstruo destruía todo a su paso. La puerta estaba frente a mí, podría escapar, pero mis esperanzas se fueron al caño cuando el cíclope lanzó una banca hacia mí destruyendo la salida.

-¡Puta madre!- exclamé, me alegra que Dice no estuviese aquí- tengo que subir.

Mientras corría por las escaleras, revisaba mi mapa para ver si podía escapar por otro lugar. ¡Por la campana! Había unas escaleras que bajaban hacia el jardín. Abría cada puerta del pasillo buscando la que me llevara hacia la campana.

-¡Muere!- gritó el cíclope con una voz estúpida y gutural lanzándome una estatua.

-¡Ah, maldición!- al abrir otra puerta, me había golpeado uno de los pedazos.

Finalmente la encontré y empecé a subir, el monstruo me iba pisando los talones.

-¿A dónde ir, enano?- cómo me enojaba cuando se burlaban de mi estatura.

Empecé a dispararle, intentando salvarme. ¡¿Por qué no hice eso antes?! Lamentablemente  ninguno de mis ataques parecía dañarle, sólo se reía el maldito. Llegué a la campana, al igual que el cìclope, pero al ver que me dirigía a las escaleras, aventó la campana hacia éstas, haciendo que tanto las escaleras, como la iglesia empezaran a colapsar lentamente. ¡Este loco va a matarnos!

Estaré a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora