3. Recuerdos

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Volviendo a la realidad, Cuphead se encontraba en su habitación recargado en la ventana viendo cómo los habitantes de inkwell disfrutaban de sus pacíficas vidas, lejos de la violencia, tristeza y oscuridad que por ahora, el de rojo sólo podía ver. Sentía que un odio inmenso crecía cada vez más en su interior con tan sólo verlos sin ninguna preocupación; y es que cuando derrotaron al diablo y Cuphead anunciò que habían sido liberados, el miedo que azotaba a los individuos cesó, sólo reinaba la tranquilidad, y a pesar de que nuestro protagonista había aclarado la muerte de su hermano, nadie pareció haberle importado, se encontraban en un gozo inmenso al saber que se quedarían con sus almas como para notar que faltaba aquel individuo de azul que siempre iba a la par con el individuo de rojo. Pocas personas notaron su ausencia, por lo que Cuphead estimó un poco a éstas y creciò un odio interno hacia los demás.

Un ruido hizo que saliera de sus pensamientos, estaban tocando la puerta, al abrirla, se sorprendió de ver a aquella flor esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

-Hey, Cuphead-sonrió aún más- Hilda y yo iremos por un helado, y nos preguntábamos si quisieras acompañarnos.

A su lado se encontraba aquella pelinegra montada en una nube flotando y riendo sutilmente al ver al más bajo. Cuphead recordò la primera vez que los vio, cuando peleó con ellos por sus contratos, casi no los reconocía, pues siempre pensò que eran personas amenazantes.

-¿Estás bien?-Preguntò Hilda.

-Lo siento,-sacudiò la cabeza- pero tengo cosas que hacer. Tal vez luego.

Cerró rápidamente dejando a Cagney y a Hilda hablando solos. Desde la muerte de sus dos familiares se había vuelto un hermitaño.

Todas las tardes era lo mismo, llegaba a su hogar, se sentaba en su habitación y miraba a la "gente feliz", como les llamaba Mugman de pequeño a los demás. Sólo se sentaba, meditando de lo que podrîa haber sido si no hubiera ido al casino, si no hubiera apostado sus vidas. Por las noches veía a Hilda transformarse en luna, riendo estruendósamente, indicando que era la hora de dormir, aún así, Cuphead apenas y dormía.

Aquel hogar, estaba cubierto de polvo  cada vez se llenaba más de recuerdos, algunos tristes, otros tormentosos, melancólicos, y pocas veces, felices. Por lo que Cuphead no tardó en volver a oír a sus familiares por la casa, sus recuerdos sólo salían en la noche, a veces escuchaba a Elder Kettle volver a susurrarle bellas palabras en su puerta, otras oía cómo Mugman se subía a una silla para sacar las galletas que el abuelo escondía.

Cuphead casi se mata al escuchar una vez cómo a su lado su hermano le llamaba "Cupsy, cuéntame un cuento", pero al voltear sólo estaba la nada, empezó a llorar, miró a la cómoda y encontró un álbum familiar, lo veía por las noches y se dormía abrazándolo.

Esta vez no era diferente. Sumido en sus pensamientos, no tardó en oír voces, el rechinido de las tablas de maderas al ser pisadas y algunos silbidos. Cuphead estaba a punto de dormir cuando vio a su hermano correr en el pasillo "no me atrapas, hermanito", escuchó claramente la voz de Mugman. De manera mecánica, se levantó de la cama y salió lentamente de la habitación.

-¿Mugsy?-dijo asomando la cabeza para ver por ambos lados.

-¡¡Por aquí!!

Esta vez lo vio claramente, era Mugman, dicho lo siguiente, dio la vuelta, perdiéndose en el pasillo.

-Hey, vuelve aquí- corrió para alcanzar al menor, pero cuando dio la vuelta, no lo encontró.

-¡Aquí estoy!- dijo corriendo detrás de él.

-No te vayas!- Lo persiguió.

Todo quedó en silencio, Mugman había desaparecido y Cuphead estaba en medio de la sala, como inerte y algo vacío.

-Oye, hermano... -escuchó la voz de Mugman detrás de él y sonrió al verlo, no estaba loco.

-Tranquilo, estoy aqu...

-Me duele -dijo el menor interrumpiendo al otro, mostrándole un agujero en su cuerpo donde solía estar su corazón- creí que me defenderías, me abandonaste.

Cuphead estaba sin palabras, retrocedió sintiendo un escalofrío pasando por su columna.

-No... Yo no te dejé...

-¡Debías protegerme!

La voz del menor se había vuelto demoniaca y de la nada, empezò a llorar.

-No eres un buen hermano mayor, tu debiste morir.

- ¿Crees -empezó a llorar- que no lo sé? Me lamento cada día por haber sido yo el que sobrevivió. Esto no es vida, yo... Te extraño.

-Cupy, tranq... -Mugman empezó a gritar, su voz se iba distorsionando empezaba a cambiar de forma, le salieron cuernos y alas de demonio y aumentó de altura- No intentes engañarme con eso. Tu me dejaste, basura ¡Debiste de haber muerto!

Mugman empezó a perseguir a Cuphead.

-Todos esos años, las promesas, los momentos, son basura gracias a ti -le arrojaba objetos- mis sueños están muertos, mis esperanzas ¡Yo lo estoy! ¡Elder Kettle lo está! Y todo gracias a tus estúpidas apuestas.

Cuphead salió corriendo de la casa, Mugman... O aquello parecido a su hermano se estaba descontrolando. Sin rumbo, terminó llegando al cementerio de la isla, escalò la reja y buscò la tumba de sus familiares.

-Yo...-dijo incándose al llegar a las lápidas- lo siento, lo arruiné todo, deben odiarme. Soy un cobarde, ustedes deberían estar vivos, yo no. Debería estar pagando en el infierno. Intento continuar, ¿pero de qué sirve si ustedes no están aquí? No puedo más...

Aquella taza había llegado a su límite, no encontraba motivos por los cuales seguir viviendo, querí huir, tomar la salida fácil, quería matarse...

Se levantó y se dirigió al extremo del cementerio, donde curiosamente se encontraba un barranco, lo suficientemente bajo, como para matarse, como si la vida misma le pusiera las herramientas para cumplir su objetivo.

-Siento no haber cumplido mi promesa de seguir viviendo, Mugman- llorando, mirò hacia la luna poniendo un pie en la orilla- siento no haber seguido adelante, abuelo -colocó el otro pie cerca de la orilla- Siento no haberlos protegido -Y se lanzó.

-Siento no haber cumplido mi promesa de seguir viviendo, Mugman- llorando, mirò hacia la luna poniendo un pie en la orilla- siento no haber seguido adelante, abuelo -colocó el otro pie cerca de la orilla- Siento no haberlos protegido -Y se lanzó

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Gracias.

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