7. El Tren Fantasma

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En plena oscuridad, Cuphead y yo corríamos por toda Inkwell Island Three, nos acercábamos a nuestro objetivo: el tren fantasma.

-Oye, Dice, ¿Cuánto falta?- preguntó sin dejar de correr.

-Tranquilo, casi llegamos- dije sin mirarlo.

Finalmente, llegamos a las vías, había un túnel que había sido tapado cuando el único tren que pasaba por la isla se estampó contra él, varias veladoras consumidas, rosas secas e inclusive fotos viejas se esparcían por el suelo

-Pero aquí no va a pasar ningún tren- Dijo fastidiado y respirando agitadamente.

-Claro que sí, hace muchos años este tren era muy popular debido a que era el único que pasaba por la isla y recorría las dos restantes, siempre llevaba muchos pasajeros, hasta que un día, simplemente chocó, murieron muchas personas de forma muy dolorosa, y a pesar de las oraciones que hicieron, no pudieron encontrar el descanso eterno, por lo que, hasta la fecha, el tren vaga por las noches con todos los pasajeros que llevaba ese día... ¿Estás bien?

Volteé a ver al chico, estaba temblando y tenía una mueca de miedo en su rostro, inevitablemente empecé a reír.

-¿De qué te burlas? Es frío- gritó.

-Lo que digas- contesté divertido.

-¿A dónde nos llevará el tren?-cambió la conversación.

-Nadie lo sabe, ni siquiera puedo asegurar que nos dejen subir. Pero recuerdo que habían menciondo "el valle de las sombras".

-¿¡Cómo!?

-Sí... Verás, el tren no es visible para los vivos, sólo cuando uno muere, es capaz de poder ver aquel tren; por lo que hay dos maneras de subir: estando muerto o teniendo boletos. Lo difícil de la última es que éstos boletos aparecen cuando mueres; y si consigues uno en vida, no sabes cuándo pasará.

-¿Y cómo mierda vamos a subir entonces?

-¡Te dije que cuidaras tu lenguaje!- exclamé.

-Lo siento. ¿Cómo subiremos si no estamos muertos o no tenemos boletos?

-Los tenemos- dije victoriosamente sacando de mi bolsillo dos tiras de papel.

-¡Wow!- Dijo tomándolos- ¿cómo los conseguiste?

-Era la mano derecha del diablo, ¿lo recuerdas?- mencioné orgullosamente.

-¿En serio te los dio?

-Ni siquiera los pedí, un día llegó fastidiado del casino y me los aventó, los conservé en caso de que los necesitara

Recordé los momentos en los que trabajaba para Devil, cómo lo extrañaba, pero una luz interrumpió mis pensamientos, era el tren.

-Ahí viene, muchacho.

-¿Dónde?- preguntó mirando con miedo a los dos lados- yo no veo nada.

Sin hacerle caso, esperé a que el tren se detuviera, y así pasó. Frente a nosotros se encontraba aquel tren viejo y oxidado que no había encontrado el descanso.

Cuphead seguía sin poder verlo, por lo que lo tomé de la mano y empecé a abordarlo, al entrar, se hizo visible para los ojos del niño.

-¡Esto es increíble!- exclamó con un destello en sus ojos.

Frente a mí un esqueleto algo tétrico impedía el paso, nos pedía los boletos, se los di, y él los rompió. Cuphead seguía mirando todo con fascinación, hasta que visualizó al esqueleto, se pegó más a mí del miedo y apretó el agarre al ver que nos seguía con la mirada.

Estaré a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora