Snow Snake {°MitsuBoru°}

Prólogo

Un golpe que le hizo caer al suelo y rasparse la rodilla fueron los causantes de que el rubio comenzara a berrear con ímpetu, tendía demasiado a exagerar las cosas volviéndolas dramáticas siendo un niño de apenas unos cinco años.
El dorso de su mano se pasó por debajo de sus ojos limpiando las lágrimas que salían para seguido de eso escuchar un sonido parecido al siseo de una serpiente.

—Uh... —Alzando la vista justo enfrente de él, entre el monte una serpiente se elevaba mientras meneaba la cola y le miraba, los ojos de aquel reptil daban miedo, demasiado, y él tan indefenso sólo llegó a contener la respiración viéndole estupefacto en espera de que el animal de sangre fría lanzara su mordisco hacia él. Era su fin, una mordida de letal veneno y era el fin de su corta vida.

—¿Qué haces? —Una segunda voz le hizo estremecer el cuerpo viendo como entre el monte caminaba dificultosamente un infante de posibles cinco o seis años tal y como él. —Ven, ven... —A primeras pensó que le llamaba a él pero, tras observar hacia donde apuntaba la mirada del niño fue que captó que le hablaba al reptil.

La serpiente se deslizó por el pastoso suelo hasta llegar al niño al cual se le enrolló en la pierna y escaló hasta llegar a sus hombros.

—Buena chica —Premió el infante palmeando con delicadeza la cabeza del animal, fue entonces que su atención se vio llamada por el rubio de llorosos ojos. —No muerde... Bueno sí pero no mata —Cerrando los ojos con una sonrisa dulce, se acercó hasta el Uzumaki y extendió su mano para que su mascota reptara hasta llegar a ella. —Tócala mira.

—Mmh... —Dudoso y con pánico Boruto extendió su mano sintiendo como la serpiente se tallaba sobre él sacándole tanto un temblor como una risa nerviosa. —Se siente raro —Dijo ya más tranquilo.

—¡Boruto! —La voz de su madre le hizo levantarse con velocidad, le tenía un gran pavor a su madre, incluso más que a la serpiente.

—Me tengo que ir... ¡Ah! ¿Cuál es tu nombre? —Cuestionó.

—Mitsuki... Un gusto Boruto —Finalizó el pequeño niño viendo como se alejaba.

Lamentablemente eso había pasado hace doce años y ambos, no sabían que el recuerdo de la infancia les iba a marcar de por vida.