Epílogo

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19 de marzo de 1812

Un lujoso carruaje se detuvo en una de las calles principales de Asinis, atrayendo todas las miradas cuando una mujer vestida de negro con un velo sobre el cabello castaño bajó junto a unas rosas blancas en sus brazos. Las miradas hacia ella se volvieron hostiles cuando reconocieron su rostro y hacia dónde se dirigía. Detrás de ella, una pareja bajó del carruaje para acompañarla unos pasos por detrás, respetando su espacio.

La mujer de cabello castaño y ondulado caminó por las calles cubiertas de lodo sintiendo que aquel enojo que la había embargado las anteriores veces que intentó hacer ese recorrido ya no se encontraba en ella. El dolor había sanado hacía mucho tiempo, pero no pudo evitar derramar una pequeña lágrima ante las memorias de aquel lugar, ante sus sueños rotos, sus esperanzas desvanecidas.

Cuando llegó a los restos de lo que alguna vez había sido una iglesia, se inclinó en cuclillas y observó la lápida con cierta lástima. Pese a las quejas de todo el pueblo, ella había conseguido que la pusieran allí y que prometieran respetarla. No por él, sino por ella y por su familia. Dejó las flores sobre la tumba, derramando una lágrima traicionera.

—Tenías razón —murmuró esbozando una pequeña sonrisa—. Era un niño. —Suspiró observando el nombre tallado en la piedra—. Es tan terco y brillante como tú, le he puesto el nombre de tu padre como habíamos pensado. —Observó de reojo hacia sus acompañantes que esperaban bajo la sombra de un árbol hablando con tranquilidad, dándole espacio y privacidad—. ¿Sabes? Aún no lo comprendo. Han pasado años y no creo poder perdonarte en algún momento. Tú me has fallado. Me abandonaste, fuiste egoísta y te dejaste llevar por el odio ignorando todo el amor que tenías de tu familia.

»Intenté venir antes, pero no podía aparecer como si nada hubiera pasado, como si tú no hubieras hecho aquella atrocidad —suspiró—. Siempre te vi como un enigma, como un desafío, y amaba eso de ti, amaba tu misterio, pero ahora puedo darme cuenta de que jamás te conocí realmente. No eras lo que me mostrabas, o al menos no me mostraste todo lo que eras.

»Me sentí engañada, abandonada y humillada. Me lastimaste igual que a aquellas personas. El asesino de los cuervos nos desgarró como pueblo y como familia. Ellos perdieron a sus hijos y yo perdí a mi esposo, al padre de mis hijos.

»Y aun hoy en día me pregunto cómo pude ser tan ciega como para no haber visto tu odio hacia el mundo, tus ojos me miraban con tal brillo que no era capaz de ver más allá, no quise ver más allá de eso.

La mujer limpió sus lágrimas mientras sacudía el polvo de la lápida.

»Se lo he contado a Jonas. Él ya es grande y puede enfrentar tu verdad. Odié que se sintiera tan decepcionado y destrozado por tu culpa. Me ha dicho que ya no quiere saber nada más de ti. Ahora no quiere venir a verte. Me entristece un poco, pero no me opondré a su decisión. Esto no es más que la consecuencia de tus actos.

Observó las flores blancas adornando la lápida

»Pudiste dejarlo todo atrás y seguir adelante, comenzar de nuevo, pero preferiste dejarte envenenar por el odio y la venganza, que nos quitaran todo lo que tenías —dijo con expresión dura—. Fuiste el amor de mi vida, pero jamás podré perdonarte lo que has hecho —aseguró mirando su nombre grabado—. Tú iniciaste esto regalándome rosas blancas hace años, hoy acabo contigo con el mismo regalo.

Dejó un último beso sobre la lápida antes de volver al carruaje junto a la pareja que la acompañaba, la cual se apoderaba de todas las miradas. Laima y Boblín llevaban años de casados y la vida marital no se les daba tan mal como habían temido, contaban con una pequeña e impetuosa niña llena de curiosidad y travesuras a la que le gustaba recorrer el despacho donde sus padres resolvían importantes casos para su agencia de detectives.

Asinis había cambiado. Tracker la había convertido en un oscuro agujero de la que jamás pudo salir. La infantil alegría nunca volvió a surcar los rostros de los pueblerinos y el ardiente fuego de la vida se consumió con brío, dejando un hueco vacío en sus almas. Habían vengado a sus hijos, pero a cambio se habían quedado con una sensación ajena que los aisló de sus emociones para convertirlos únicamente en seres pensantes.

El nombre de Tracker pesó tanto en sus conciencias que muchos optaron por mudarse a ciudades vecinas para comenzar de nuevo, entre ellos se encontraba Tared que se había mudado con Liena e Irina a Mirstība gracias a la oportunidad de una oferta de trabajo. Otros optaron por suicidarse antes de que la vejez los atrapara. Y luego quedaron unos cuantos que se marchitaron en agonía junto con el pueblo.

No volvieron a oírse cuervos graznar ni a niños jugar. Las calles y las casas quedaron desiertas y abandonadas. Asinis se deshizo en polvo y solo se supo de su existencia porque perduró en la memoria de Viktor Boblín, quien de vez en cuando solía recordar el caso que lo llevó a tener una verdadera reputación de detective e intentaba deshacerse de aquella sombra de amistad que lo había perseguido.

 Asinis se deshizo en polvo y solo se supo de su existencia porque perduró en la memoria de Viktor Boblín, quien de vez en cuando solía recordar el caso que lo llevó a tener una verdadera reputación de detective e intentaba deshacerse de aquella s...

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Muchas gracias por todo el apoyo que me han dado durante estos dos años, la novela ha llegado a su fin, pero no desesperen, mañana subiré los agradecimientos y a los 15k subiré un especial de datos que quieran saber sobre la novela.

Solo para aclarar, cuando digo que "Asinis se convirtió en polvo y solo perduró en la memoria de Viktor Boblín" (...), estoy diciendo que el pueblo desapareció realmente. Algo así como lo que sucedió con Roanoke jajajaja ya me veía venir la pregunta, así que por las dudas la respondí.

Nos leemos mañana en un mensaje mucho más cursi y dedicado.

♥Descansen, poupées♥

#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora