"Uno ataca cuando el enemigo está débil."
-Thomas Shelby.
La intranquilidad de Tracker duró tan solo unas horas más, ya que Daina envió a una de las sirvientas para dar aviso de que había encontrado a Jonas escondido en un armario esperando para asustarlos, pero se había quedado dormido. Ninguno de los detectives mencionó palabra sobre el acontecimiento, en cambio, fueron a evaluar la habitación del profesor Gastavs.
Al entrar en el cuarto, notaron en primera instancia que los papeles y los libros de los que parecía rodearse el profesor estaban desordenados sobre el escritorio, mientras que en el suelo había varios papeles hechos bola, zapatos y ropa desacomodada. Tracker sabía que el profesor solía ser muy desordenado, pero no sabía que eso lo complicaría a la hora de aparecer su cuerpo sin vida. Las pertenencias esparcidas y mal acomodadas podían tratarse solo del habitual desorden que acompañaba al hombre. Boblín anotó en su libreta cada detalle que iba observando mientras Tracker leía el papel que se encontraba estirado sobre el escritorio, el cual lucía como una reciente carta de amor y parecía haber sido escrita esa misma mañana. Siguió su búsqueda de pistas junto al pelirrojo, pero no encontró nada relevante. No había señales de resistencia ni de lucha, por lo que tomaron un par de notas más sobre el estado del lugar antes de marchar. No tenía caso perder el tiempo en un suicidio mientras había un violador y asesino de niños suelto.
Seguramente Tared había creído que todo ese orden no era habitual en el profesor y lo había descartado como un suicidio, después de todo, él era torpe a la hora de buscar pistas.
Ambos detectives abandonaron la posada para dirigirse a la morgue. Miris estaba preparando el informe de Gastavs y el de la niña. Se encontraron a Tared viendo el cuerpo con él mientras fumaba de su pipa junto a la puerta en una actitud despreocupada. Tosió ligeramente, producto de su mal hábito, uno que le causaría problemas de salud -y de dinero- años más tarde. El morguero no mencionó palabra, pero era un hecho que le molestaba que el oficial estuviera fumando en ese lugar mientras en el pasillo se escuchaban los sollozos de la familia.
—¿Hay algo nuevo, Miris? —Inquirió Tared con impaciencia mientras el hombre garabateaba en el informe.
—¿Preguntas por la niña o por el profesor?
—Por ambos.
Miris suspiró con cansancio. Jamás había tenido tanto trabajo como en esos dos meses. Por cada cuerpo que salía, entraban dos, o hasta tres. El asesino parecía muy arraigado a la idea de permanecer en la memoria del pueblo. La constancia de sus actos lo calificaban como alguien calculador y de unos cuantos años, alguien que posiblemente llevaba mucho tiempo planeando esa masacre, alguien lleno de resentimiento y de odio.
Miris era soltero, no había conocido a la mujer indicada y había preferido quedarse en la soledad, su familia ya lo había abandonado hacía un par de años, así que era solo él desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, aquella soledad no había permitido que resintiera sus sentimientos hacia las mujeres y los niños, si bien no poseía una relación estrecha con ninguna de las víctimas, lamentaba conocerlas por consecuencias tan sangrientas.
Miris observó una última vez el rostro de la niña antes de girarse al oficial y quitarle la pipa de la boca con una negación de cabeza. Tared refunfuñó, pero solo la guardó sin decir gran cosa. Tracker y Boblín se presentaron en la habitación con semblante serio y asintieron a Miris en modo de saludo.
—Alise presenta una agresión sexual en la vagina y en la boca, varios hematomas en brazos y piernas, golpes en la cabeza, los cuales son un indicativo de que la golpeó varias veces contra el suelo o la pared mientras ocurría la penetración —dijo ocasionando un par de muecas de impresión en Boblín—. Los hematomas alrededor de su cuello indican una señal de estrangulamiento, que la llevó a la inconsciencia para luego clavar el puñal en su riñón derecho. Se desangró en menos de una hora.
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#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)
Mystère / Thriller𝑷𝑹𝑰𝑴𝑬𝑹 𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 COMPLETA✔ En Asinis, los pueblerinos vagan por las calles con la inseguridad de vivir, la falsa alegría que fuerzan sus ojos demuestra un temor profundo. La paranoia está presente en cada uno de ellos cuando los ven. La magni...