"Cuando la gente está de acuerdo conmigo siempre siento que debo estar equivocado."
-Oscar Wilde.
El aire gélido acariciaba los rostros de los asinisianos, tiñendo sus mejillas y narices de un color rojizo. El viento travieso arañaba las ventanas con esmero mientras los golpes de las ventanas eran la composición melancólica perfecta que tocaba la orquesta invernal.
Habían pasado un par de días y el pueblo se veía cada vez más tétrico y reservado. Los pueblerinos esquivaban la mirada de los demás y sus ojos mostraban cierta paranoia mientras observaban furtivamente los cielos, con el temor de encontrar aves negras a punto de realizar otro anuncio mortal. Las calles estaban casi vacías y parecía que el lugar estaba abandonado, se había declarado una especie cuarentena inintencionada.
Tracker observaba el informe de la autopsia de Marion mientras tomaba un vaso de jerez y escuchaba a Daina, su bella esposa, cantar una suave canción en susurros a su hijo en brazos. El muchacho tenía siete años, pero aún disfrutaba del amor de su madre como un recién nacido; y a ella le gustaba consentirlo tanto que Tracker no podía reprocharle nada.
Gustavs Tracker reconoció aquella canción susurrada y observó a su mujer con una pequeña sonrisa. Esa había sido la primera canción que bailaron juntos el día que se conocieron, cuando él quedó deslumbrado por ella. Cuando Daina era una joven casadera y él un simple policía que no era tolerado por muchos de sus compañeros. Solo bastó una sonrisa para que cayera el uno por el otro. Daina siempre recordaba esa noche como la más mágica de todas. No se había separado desde entonces y se sentía un hombre afortunado. Tenía un matrimonio feliz y una familia que se agrandaba con el paso de los años. Vio el vientre hinchado de Daina pensando en que allí había otro motivo para atrapar al asesino de Marion.
—Digas lo que digas, estoy segura de que es una niña —dijo petulante llamando su atención. Gustavs rio obsequiándole una mirada incrédula. Había acertado con el sexo de Jonas y eso sentía que le daba cierta ventaja sobre este bebé.
—Quizás la próxima vez lo sea.
Daina rodó los ojos mientras se mecía en la silla con su niño en brazos. Esa era una imagen que acudiría a la mente de Tracker en su último aliento de vida.
—Si es un niño, te golpearé —advirtió la mujer.
El detective rio antes de acercarse a ella y de depositar un beso en sus labios. Sus femeninos y llenos labios que siempre lo habían tentado. Su cabello castaño cubría su espalda y sus ojos ambarinos lo cautivaban como si se tratara de la primera mirada que le dedicaba, con Daina todo se sentía como si fuera la primera vez. Su nariz griega componía la perfecta simetría con sus ojos en forma de avellana y sus cejas rectas sutilmente pobladas.
Gustavs tomó al niño en sus brazos para llevarlo a la cama y arroparlo. Besó su cabello castaño con cariño y no se sorprendió de ver a Daina observando en la puerta. Ciertamente, muy pocas veces lograba sorprenderse y su mujer hacía tiempo que había dejado de ser un misterio para él.
Bajaron las escaleras con calma y se sentaron en el sofá frente al fuego. Ella abrazada a él y acariciando cariñosamente su pecho con sus dedos; sus delgados y largos dedos, tenía algunos callos y de vez en cuando sus manos resultaban ásperas, pero en ese momento estaban suaves luego de aplicarse algo de crema. Daina solía presumir diciendo que tenía manos de pianista, pero no poseía ningún talento musical.
Tracker sin poder relajarse tomó el anillo que había hallado en la escena del crimen y lo observó con detenimiento; había algo que le resultaba terriblemente familiar en aquella joya. Estaba seguro de que no había sido reportado como extraviado o robado, Tared se habría desligado del caso con tal de satisfacer a algún burgués y recibir una recompensa junto a un agradecimiento que presumiría entre todos sus compañeros.
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#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)
Misterio / Suspenso𝑷𝑹𝑰𝑴𝑬𝑹 𝑳𝑰𝑩𝑹𝑶 COMPLETA✔ En Asinis, los pueblerinos vagan por las calles con la inseguridad de vivir, la falsa alegría que fuerzan sus ojos demuestra un temor profundo. La paranoia está presente en cada uno de ellos cuando los ven. La magni...