Ad Populum

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Yuya haló la gabardina de la señora, esta trató de no ser muy obvia con los mucho que le preocupaba el chico y bajó después de unos segundos.

—Dime—dijo con suavidad, se había agachado a su lado, para ponerse a la altura de un chico de escasos nueve o diez años—, ¿te duele algo?

—No—dijo suave—, pero ¿qué está ocurriendo? ¿Qué van a hacerme?

—Te vamos a cambiar de ropa—dijo Emi tranquila—, la que tienes está algo sucia, así que he decidido que te quedaría mejor una nueva.

—¿Por qué?—preguntó—¿La que tengo no que me queda bien? O...—se puso un momento a pensar—Yo casi no uso ropa distinta a esta...

—No tienes muchos cambios de ropa—dijo sonriéndole—, por eso no te cambias tanto...

—¿Se puede tener más de dos ropas?—preguntó algo extrañado. La médica le dedicó una mirada, asombrada—No sabía... ¿Tienes varios cambios de ropa? Siempre te veo blanco... Y a los azules siempre de azul... Y...—iba a mencionar a Leo, con su piel oscura y sus ropajes morados. Lo pensó mejor dos veces quedándose en silencio—Y nada... casi siempre veo las cosas igual, Yuto también siempre tiene la misma ropa.

—El tampoco tiene cambio de ropa—dijo—. Pero el también tendrá su ropa, como tú.

—¿Y me hará ver más linda?—dijo sonriente. Convencido de que en su mente era lo que era. Emi lo miró dos veces, sin estar segura de lo que acababa de oír—¿Lo hará?

—¿Linda?—Preguntó arrugando el rostro—¿Por qué linda?

—Sí, linda—dijo sonriente—. Todas las niñas tienen que verse así, ¿verdad? Aunque no estoy segura, Yugo me lo dijo el otro día...—dijo pensativo. Emi negó dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo—Debemos de vernos lindas, ¿verdad?

—Pero... Yuya, tu eres un chico—dijo aun con el rostro arrugado. El chico negó suavemente.

—No—dijo inflando un poco los cachetes—, yo soy una chica, Yuto me lo dijo, y Yuri también. Ellos pasan más tiempo conmigo que nadie. Ellos tienen que saber que soy. Ellos no te mentirían.

—Pero Yuya, ellos no pueden decirte lo que eres, y lo que no—negó poniéndole una mano en el hombro. El chico se la quitó con un gesto, diciendo silenciosamente que no la tocara—. Tú eres un chico, como ellos, como Yuto, Yugo y Yuri. No se diferencias mucho de ti, son todos muy parecidos de hecho.

—No, ellos son parecidos a mí y yo a ellos—dijo convencido—. Pero yo soy como tu—dijo tranquilo—. Por eso me bañan en otra parte—Emi miró a los guardias insegura de lo que hacer a continuación—. Lo hacen porque soy niña.

Los guardias se miraron entre si sin saber que decir. Eran tan simples en su trabajo que a duras penas habían notado de que se trataba aquello. En realidad, todos los niños eran bañados de manera separada, los dos baños que había era muy pequeños para todos, así que los bañar de dos en dos. Era el único momento en el que Yuya ni Yuto lloraba o protestaba. Así que no lo sabían realmente. Nadie sabía nada.

—Pero, Yuya... eso no es por lo que tu crees—dijo suavemente. El chico estaba negado, realmente lo estaba—. Tu solo estas confundido ahora mismo, no puedes asumir que eres una chica cuando...

—¡Ellos me lo dijeron!—exclamó—Ellos tienen razón, nunca me han mentido, Yuto nunca lo haría—dijo el chico totalmente convencido de que estaba en la verdad—. Yuto no es un mentiroso, Yuto realmente es un gran amigo.

—Yuto no ha querido mentirte—dijo suave, de nuevo, insistiendo—. Solo estas confundido—le aclaró—. No... no creo que debas...

—No estoy confundida—le dijo, negando con la cabeza, como si eso pudiera hacer que lo que decía fuera verdad—, no lo están. Ellos no me han mentido, ellos siempre me dijeron la verdad. Saben más de mí que tú.

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