Capitulo 27

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Narra Manu ¶-¶

Sentía que pronto podría darme un taque al corazón, incluso quería conectarme una de esas máquinas para saber que tan rápido iba. ¿Era saludable? Sin embargo, por más que me estuviera quejando o incluso preocupado en estos momentos, siento un extraño sentimiento. Puede que sea alivio, una carga menos e incluso me siento liviano, pero es tan extraño de expresar que incluso parece irreal de sentir.

Pero de algo estaba seguro, no sentí eso cuando vi a Ana a punto de morir. Ni siquiera quiero volver a recordar aquel momento, pensar que la perdería hizo que mis instintos se activarán, lo que menos debía de hacer era tener un ataque de ansiedad. No respondía, mi fuerza se acababa mentalmente, quería largarme a llorar ahí mismo, no lo permití y seguí, una y otra vez, cuanto fuera necesario para ella.

Y ahora, con los pies descalzos, la ventana abierta, el suero conectado a mi vena con un gran marca morada acompañada de un punzante dolor, sabía lo que había hecho. Me sentía bien, había salvado una vida, una vida que me importó más en ese instante que cualquier otra, incluso la mía. Porque una parte de mi se fue en ese instante.

Podía sentir el frío en los pies y el sofocante aire golpear contra mi rostro, así mismo me sentía dentro de mi, sin un sentimiento claro, estaba completamente perdido. Solté un suspiro que parecía quererse llevar mi último aliento. Lo que sí lo hizo por unos segundos fue la figura reflejada en el cristal.

-Creo que es tiempo de que hablemos. -lo dijo con los ojos puestos en la ventana.

Me giré y asentí con nerviosismo. Podía sentir el temblor en mis dedos, la respiración acelerada, el constante sonido de las hojas al ser movidas por el viento. Todo tomando una sincronía que me hacía querer apagarlos y descansar un poco, los ojos me ardían pidiendo ser cerrados. Mi cuerpo suplicaba descanso y mi mente quería seguir, más y más, hasta que se sintiera satisfecha de resolver las dudas impuestas.

-¿Qué pasó en ese fiesta? -pregunté con los ojos puestos en esos orbes azules, los cuales me miraban con confusión y tristeza.

Cortamos la distancia y recargado la espalda contra la pared, fuimos cayendo lentamente al mismo tiempo, esperando encontrar las palabras para hablar, no sabíamos por dónde empezar, ni siquiera terminábamos de asimilar que hacíamos ahí, con más preguntas que respuestas, lagunas mentales que parecían grandes ríos y nudos en la garganta, ni llorar era bueno ante la confusión en nuestras mentes y sentimientos.

-Desperté en tu casa, con Hope a mi lado. -comenzó a narrar y sus cabellos rubios se movieron por sus dedos en ellos- Tenía unas horribles ganas de devolver, incluso el estomago quería salir ahí. -soltó una risa sarcástica y sonreí de lado con ella- Estábamos conversando, a su modo de ella, luego llegaste tú. -tragó saliva e inhale fuerte- Con Ana entre tus brazos, sangrando y no quiero volver a experimentarlo nunca más, fue horrible.

Tome su manos que se mantenía en el suelo, haciendo contantes sonidos, subiendo y bajando los dedos, con las uñas golpeando el azulejo, generando un constante tintineo. La apreté con bastante fuerza. Preparándome para hablar, temiendo tener un vomito verbal y comenzando a divagar, sin llegar a ninguna parte, sin resolver nada. Cuando finalmente las palabras parecían tener sentido y formar oraciones coherentes, comencé.

-No tengo idea cómo llegamos a casa. De un momento a otro perdí a Ana, me volví completamente loco, pensando en que algo terrible le podía pasar. -el silencio lleno la sala- Hay una gran espacio, son bastantes horas-reí con ironía- solo sé que ya estaba en una cama. Nadie estaba a mi lado, me alegre de estar completo y en condiciones. Me sentía débil, pero agudice mi oído al escuchar sonidos de baño. -me calme un segundo, intentando no volver a esa escena- Ana estaba ahí, en el piso, los azulejos manchados de sangre, ella se encontraba mal. Me sentí la peor persona por abandonarla.

¿Primos? (Manu Ríos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora