secrets | #3 | teen wolf

13 | Blue eyes.

| Ojos azules.

Nos separamos para buscar a Lydia en cuanto regresamos a la escuela. Stiles fue quien la encontró mientras yo intervenía en una discusión que parecía bastante tensa entre Cora y mi hermana por culpa de Aiden y el hecho de que Beca siguiera viéndolo luego de que la manada de Alfas haya declarado que irían por Derek. Decidí llevarme a Cora conmigo al salón vacío donde nos reuniríamos porque no confiaba que no se lanzara encima de mi hermana a la primera oportunidad.

— ¿Un tablero de guija? —preguntó Lydia, mirando a Stiles con incredulidad.

—También llamado tablero de espíritus —explicó—. Y vale la pena intentarlo.

—Un tiro a ciegas —canturreó mi mejor amiga.

— ¿Podrías intentarlo, por favor? —le pedí, sentándome a su lado—. No olvides que el jefe de Scott nos ha salvado en más de una ocasión.

—Espera, ¿debemos hacer esto todos? —preguntó Cora, señalando el tablero sobre la mesa.

—Sí. ¿Están listas? —preguntó Stiles. Las tres asentimos, colocando nuestros dedos en el lugar indicado—. ¿Dónde está el doctor Deaton?

El silencio reinó en el laboratorio después de su pregunta y mantuvo la mirada fija en Lydia en de una respuesta.

— ¿Qué? —preguntó Lydia.

— ¿No vas a responder?

—No sé la respuesta. Pensé que estábamos pidiendo algún tipo de espíritu.

—Bueno, ¿conoces algún espíritu? —preguntó Cora.

— ¿Es ella de verdad? —me preguntó Lydia, señalando a la loba.

—Siguiente idea, por favor —me dirigí a Stiles, ignorando la pregunta de Lydia.

—Bueno. Estas son las llaves de Deaton para la clínica —dijo, sacando las llaves de su bolsillo y extendiéndoselas a Lydia—. Cierra tus ojos, y los pondré en tu mano, y luego trataremos de ver si puedes sentir su ubicación. Se llama psicometría.

—No soy psíquica —discutió ella.

— ¡Eres algo! ¿Bueno? Lydia, extiende tu mano y... —Dejó su oración al aire, dejando las llaves sobre la palma de Lydia y viéndola saltar en su lugar—. ¿Qué?

—Están frías.

—Lydia, concéntrate de acuerdo, por favor. Estamos tratando de salvar vidas aquí, por el amor de Dios. —Lydia suspiró y cerró los ojos, apretando las llaves en su mano y frunciendo el ceño—. Sí, ¿qué es, qué ves?

—Nada.

— ¿Algún otro plan? —le pregunté a Stiles.

—Sí, uno más —asintió, tomando un cuaderno y un lápiz y extendiéndoselo a la rubia fresa—. Escritura automática.