secrets | #3 | teen wolf

20 | Lunar eclipse. Part II.

| Eclipse lunar. Segunda parte.

Beca.

Las cosas estaban realmente mal en la veterinaria. Los gemelos estaban por seguir los pasos de Kali y morir, sus cuerpos a penas sanando. Cora y Lydia estaban paradas a un costado y las tres esperábamos que el doctor Deaton nos dijera si iban a sobrevivir o no.

La campanilla sobre la puerta principal de la veterinaria sonó, anunciando la llegada de alguien al establecimiento. Lydia y Cora se miraron entre ellas, sin la más mínima idea de quién podría ser si todos los demás estaban ocupados tratando de salvar de la muerte a nuestros padres. Yo, a diferencia de ellas, sí sabía de quien se trataba.

—Beca, déjala pasar —me pidió el doc.

Asentí y fui directamente a la recepción, tirando de la puertecita hacia atrás para dejar a Kay pasar. Cora tenía las cejas enarcadas en una expresión casi sorprendida cuando la seguí a mi tía a la sala donde estaban los demás, mirándome después a mí. Le quité importancia con un encogimiento de hombros.

—Ellos van a estar bien si renuncio a ser una Alfa, ¿verdad? —preguntó Kay. El doctor Deaton asintió con la cabeza—. Si eso los salva, entonces está bien —añadió, más para sí misma que para nosotros, tomando una de las manos de Ethan y Aiden.

— ¿Qué vas a hacer? —preguntó Cora curiosa.

Kay le dio una pequeña sonrisita antes de responder.

—Lo mismo que tu hermano hizo por ti.

Vi las venas de sus manos y brazos teñirse de negro cuando comenzó a absorber todo el dolor que los gemelos sentían, llevándolo hasta su cuello y sus ojos brillaron de rojo hasta que se apagaron en medio de un rugido, pasando a dorado. Cora fue la primera en reaccionar cuando perdió fuerza y la sujetó cuando tambaleó, debilitada por lo que sea que haya sido todo eso.

Los gemelos comenzaron a mejorar de a poco, abriendo los ojos por primera vez luego de que hace casi media hora la que por meses fue nuestra profesora de literatura les quebró el cuello. Ethan fue el primero en erguirse sobre la mesa, siendo ayudado por Lydia. Mientras tanto, yo me quedé cerca de Aiden, acariciando la piel desnuda de sus clavículas.

—Lo sabía —soltó de repente.

— ¿Qué cosa? —pregunté con curiosidad.

—Sabía que te gustaba.

Solté una risita cuando lo oí, mirándolo, sonriendo cuando giró la cabeza hacia un lado y besó mi muñeca derecha, sintiendo mi corazón latiendo aceleradamente. Observé a mi tía cuando mis ojos dieron con su figura de nuevo, viéndola sonreír con la mirada en los gemelos, luciendo contenta al ver que los gemelos estaban bien. No sabía mucho de la relación que tenía con ellos más allá de esa vez en la escuela que la vi conversar con ellos y por lo cual comencé a sospechas que había algo raro en ella, pero la conocía de toda la vida y por la expresión en su rostro, resultó evidente de que los amaba de la misma forma que nos amaba a mi padre, mis hermanos y a mí: como familia.