capítulo IX

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¿Señorita cabello? —dijo la oficial. camila estaba mirando por la borda del barco, observando la costa que se iba perdiendo en el horizonte.

—Sí, efectivamente, soy yo —replicó, sin levantar la mirada.

—Hola, soy michel torres—dijo la mujer, ofreciéndole la mano—. El capitán me ha dicho que me ocupe de enseñarle todo el barco. —Hablaba con un fuerte acento alemán.

camila siguió contemplando la tierra que se alejaba rápidamente. Sacudió la cabeza.

—Tendría que haberle dado más tiempo. Siempre hago lo mismo, soy demasiado impaciente —farfulló.

—¿Disculpe, señorita camila?

—Oh, no me haga caso, señorita torres, estoy regodeándome en la autocompasión. ¿Qué era lo que deseaba?

—El capitán...

—Ah, sí, el capitán. Un buen tipo, pero qué lástima de modales.

—Sí, puede ser un poco, ¿cómo se dice? Brusco, ¿no?

—Se dice brusco, sí. —Por fin se volvió hacia la tercera oficial—. Se supone que tengo que aprender cómo se dirige un barco. ¿Cree que puede enseñármelo?

—Puedo intentarlo, señorita cabello , ¿pero no debería aprender cómo se dirige una compañía más bien? —preguntó, sonriendo levemente. camila le devolvió la sonrisa, sintiéndose algo mejor que un momento antes.

—Probablemente tiene razón, pero entonces, ¿cómo averiguaría todos sus oscuros secretillos? —La expresión de Michelle  se puso seria de inmediato—. Tranquila, Michelle , sólo era una broma —dijo camila.

La tercera oficial volvió a sonreír vacilante.

—Por supuesto, señorita cabello .

—Y me puede llamar camila.

—Gracias, camila. ¿Por dónde le gustaría empezar?

—¿Por dónde sugiere usted?

—Estamos en un petrolero, ¿qué tal un paseo por la cubierta principal para ver los tanques?

—Soy toda suya, Michelle , adelante.

—¿Nos va a acompañar la señorita jauregui ?

—Lo dudo —dijo Camila , entristecida.

lauren daba vueltas por la cubierta de popa, como un tigre enjaulado. De vez en cuando se detenía para mirar la estela por encima de la borda. Pero al cabo de un momento el agua arremolinada sólo le provocaba más ansiedad. El agua revuelta tenía algo que la inquietaba profundamente y no estaba de humor para analizar el por qué.

Maldita sea, jauregui , ¿por qué te ocultas? ¿Es que no llevas ya suficiente tiempo sola?, se recriminó mientras paseaba. Por una vez el destino te trata maravillosamente y vas tú y echas a correr y te escondes, como siempre, como lo has hecho toda tu vida, cobarde.

Sus pensamientos se detuvieron en seco por el sonido de una bocina y unos gritos. Había hombres corriendo por la pasarela hacia la cubierta principal. Al no saber qué otra cosa podía hacer, echó a correr tras ellos y alcanzó a los rezagados sin esfuerzo.

—¿Qué ocurre? —preguntó mientras corrían.

—Ha habido un accidente en la sala de bombas de proa —replicó uno.

—¿Qué clase accidente?

—No sé, un gaseo, creo.

—¿Un gaseo? ¿Eso qué es?

CULPABLE ( camren ) adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora