Dias d e s p u e s.

48 2 0
                                    


Sky.
¿Por donde empiezo?

Tres semanas, llevamos aquí tres semanas.

El día que llegamos no podía creer que mi madre estuviera aquí, fue una completa sorpresa para mí y no entendía la conexión que podían tener ella y Adrianno hasta qué mamá me explico.

— Adrianno y yo somos viejos amigos, nos conocimos hace varios años mientras él estaba en una misión, espiando a tu padre. La misión requería que una vez él supiera nuestra ubicación, él tenía que aniquilarnos, a todos. — dijo mirándome directo a los ojos mientras tomaba asiento en uno de los sillones frente a nosotras. — Un día, mientras Adrianno nos espiaba me vio salir de la casa contigo y tus hermanas, era viernes, recuerdas que los viernes...—

— Salíamos a comer helado. — Finalice por ella.

— Sí, y gracias a esa tradición él entendió que no solo se trataba de tu padre, se trataba de toda una familia, niñas inocentes que no tenían nada que ver en todo esto.

— Pero a que te refieres mama? Que es todo esto? — pregunte ansiosa. — ya verás, te explicaré todo, te lo prometo. Dijo ella tomando mis manos, indicándome que me sentara a su lado. Podía notar que estaban frías y me imagine que era difícil para ella contarme cosas que sabía me iban a cambiar o afectar de una manera u otra.

— Adrianno busco la manera de acercarse a mí y conocerme, al principio pensé que solo era un vecino nuevo muy amable y luego de tener su confianza él me contó todo. Que lo habían enviado para aniquilarnos porque tu padre no es quien dice ser. — dijo ella tomando una bocanada de aire para continuar. — Cuando tu padre fue enviado en cubierto a España, su intención nunca fue colaborar con Australia, él tenía sus propios planes con los códigos que iba a encontrar en ese lugar y cuando el momento llego él no dudo en traicionar a las dos partes para sacar un beneficio solo para él. Tu padre encontró los códigos que le permitirían acceder al pentágono, fue recopilando toda la información que pudo con el paso de los años, con el único propósito de destruir. — dijo mi madre mientras sus ojos se empezaban a cristalizar.

— No los tiene todos. — hablo esta vez Tío Adrianno. — pero si los llega a tener podría iniciar una guerra solo para al final quedarse con el control, o peor aún, es tan imbécil que podría vendérselo a cualquiera que le ofrezca una suma alta de dinero.

Mi corazón iba rápido, no podía creer lo que acababa de escuchar. Toda mi vida he tenido a mi padre como un ejemplo para mí, siempre firme, siempre correcto, él me enseño todo lo que se sobre la vida, sobre no darme por vencida y luchar siempre por lo que quiero, me dijo que nunca me rindiera aunque nadie me apoye. Ya sé a que se refería con eso, todos sus consejos no fueron más que señales de toda la mierda que estaba planeando en su cabeza.

— Pero... como...— las palabras no me salían. Con razón mi madre tenía el cuerpo tenso y las manos frías, el saber todo esto... — mama... tú desde cuando sabes todo esto? — le pregunte buscando su mirada.

— Desde que me contó todo lo que tu padre ha estado haciendo nos hemos mantenido en contacto, él me enseño a mentir para que tu padre no sospechara que yo sabía lo que él tramaba, por años he guardado el secreto conmigo y he estado viviendo con un monstruo, por eso las envíe lejos y le pedí ayuda a Adrianno para que las vigilara, así estaba calmada sabiendo que estabais protegidas, pero hace unas semanas Adrianno me ha buscado para contarme que tu padre había escapado, que ya no tenían rastro de él y que casi tiene todos los códigos que necesita — dijo bajando la mirada hacia su regazo.

Mentiría si dijera que me quede quieta en mi lugar después de escuchar a mi madre contarme todas esas cosas.

No fue así.

Volverte a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora