Half Lemon » Yoonmin

05

Los ojos de Park Jimin estaban revoloteando por cada rincón del pequeño apartamento de Min Yoongi, su cuerpo se movía rápidamente para revisar cada objeto que este poseía. Yoongi se odió a sí mismo por haber aceptado que aquel chico fuera a su casa para que pudieran trabajar en la tarea que les habían mandado del taller. Y estaba molesto también, porque generalmente cuando se llega a una casa desconocida por cortesía, uno debería presentar sus respetos y pedir permiso para entrar, además de esperar a que el dueño de la bienvenida, por lo menos aquello era lo que lo que sus padres le habían enseñado al chico de cabello oscuro, siempre debía comportarse frente a los demás, pero, al parecer, a Park Jimin no le enseñaron eso. Él tan pronto como la puerta fue abierta empujó el menor y entró quitándose las zapatillas con los pies y lanzando su bolso sobre la mesa que tenía para comer.

—¡Oh hyung! En esta foto se ve completamente distinto —gritó el menor y Yoongi se quitó los zapatos para acercarse a él—. Aun así, sigue siendo genial

—Deja eso ahí Park Jimin —le ordenó, pasando por alto el que el contrario le haya dicho hyung. Quizás ya no era tan incorrecto que el menor lo llamara así, sobre todo considerando que hace cuatro días había llorado en sus brazos—, las cosas de otros no se tocan sin permiso.

—Lo siento —hizo un puchero y dejó la foto enmarcada en el mueble donde la había encontrado—, estaba emocionado de que por fin podría conocerlo un poco más hyung que no cuidé mis modales.

Yoongi forzó una sonrisa y caminó hasta el teclado que tenía a un costado de su cama.

—No hay nada interesante de mí que pueda llamar tu atención.  Y como castigo, tendrás que comprar la comida —le dijo con un tono amistoso al rubio, quien asintió sonriendo.

Se sentó en la cama y comenzó a tocar acordes al azar en el teclado. Tenía que concentrarse y pensar rápidamente en el concepto que podría tener la composición que debía presentar con Jimin en una semana, el rubio le había presentado algunas ideas hace un día, sin embargo, Yoongi no estaba muy convencido, aunque de igual forma planeaba incluir algo que su compañero quisiera, después de todo el trabajo era de ambos y los dos debían estar conformes con el resultado. Sus dedos formaron el acorde Sol y un breve recuerdo lo atacó, un Jimin angelical sobre un escenario estaba en él, bailando de una manera elegante y suave. Aun podía recordar con exactitud cada una de las curvas del cuerpo del menor, no pudo ignorarlo en ese momento, puesto que Jimin tenía algo que atraía las miradas de las personas y lo hacía brillar en un escenario.

Sus ojos dieron con el Park Jimin que tenía en su casa y sonrió al no encontrar una similitud con aquel ángel que había conocido hace un año, ahora solo le parecía un niño malcriado y desobediente. Él tenía en las manos su anuario de la secundaria y soltó una carcajada cuando llegó a una página en especial, Yoongi supuso que había visto su foto. No quiso repetirle de nuevo lo de pedir permiso porque no se sentía con la libertad de hacerlo, mucho menos después de haber llorado en sus brazos. Y es que, aun le sorprendía como fue que él lo calmó.

Pero, aun así, Yoongi realmente agradecía el que Park Jimin lo hubiera abrazado en ese momento.

—Jimin —lo llamó y el mencionado se volteó confundido, después de todo era la primera vez que lo llamaba por su nombre—. Ese día... —comenzó a rascarse el cuello, nervioso—, ¿por qué?

Él se acercó, después de dejar el anuario en su lugar y se sentó a su lado.

—Hyung lo necesitaba —afirmó—, yo no pude ignorarlo porque sé que no me lo hubiera perdonado nunca. —El menor soltó un suspiro y pasó su mano por su cabello, desordenándolo—. Hace unos años ocurrió algo similar, mi mejor amigo me necesitó, pero no fui capaz de verlo, fui egoísta y me preocupé de seguir mis propios sueños, así que no quise ver que él estaba sufriendo. Y aunque todos los días estaba con él, realmente no lo estuve nunca, no lo escuché; nuestra amistad se basó solamente en atender a los deseos que yo tenía y llorar por mis propios problemas, y de verdad, que me arrepiento de aquello.