Epílogo

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Tenía los ojos vendados desde hace una media hora y tenía a un Jimin risueño a sus espaldas guiándolo, después de que el auto de Hoseok se detuvo. Escuchó el sonido de un ascensor y no pasó mucho hasta que este comenzó a moverse, la pequeña mano de su novio tomó la suya y le otorgó ligeras caricias al dorso.

Al parecer el contrario estaba bastante emocionado, ya que había llegado aquella mañana a su apartamento con una sonrisa en el rostro y dando pequeños saltitos. Yoongi no alcanzó a tragar el pedazo de pan que tenía en la boca cuando su querido novio lo empujo fuera de casa, afuera hacia un poco de frío y no haber sacado una chaqueta le incomodo hasta que entraron al auto del otro bailarín.

—Tienes que ponerte esto —le dijo mostrándole una cinta ancha negra. Yoongi se negó—. Hyung, es necesario, confía en mí.

—¿Por qué estamos en el auto de Hoseok? ¿Por qué estás aquí hoy cuando no íbamos a vernos? ¿Por qué me sacaste de mi casa de esta forma?

—Si te pones esto te lo diré.

Los ojos de Yoongi dieron con los de Hoseok a través del espejo retrovisor, comprendió, gracias a su mirada, que no había sido el único a quien habían interrumpido de esa forma. El pelinegro suspiró, después de todo siempre le daba en el gusto a Jimin y aquel día no sería la excepción. Se giró y dejó que el menor le vendara los ojos.

—Vamos a donde te dije Hobi hyung.

Durante todo el viaje Jimin no contestó ninguna de sus preguntas, incluso, cada vez que se las recordó, él lo hacía callar. La misma situación se repitió hasta antes de entrar al ascensor.

—Me estoy mareando Jimin.

El agarre de su novio se hizo más fuerte y un suave "aguanta un poco más" salió de sus labios. Yoongi arrugó la nariz, no le estaba gustando nada lo que Dios sabe qué estaba planeando Jimin.

—Voy a vomitar Jimin —intentó llamar su atención una vez más, lo cual no ocurrió, por lo que Yoongi comenzó a hacer arcadas para hacer más real su advertencia.

—¡Yah! Hyung deja de jugar.

El ascensor se detuvo y Jimin tiró de él para que siguieran caminando, giraron a la derecha y siguieron su camino por unos veinte pasos. Yoongi estaba intentando recordar el recorrido que estaban haciendo, en ese punto ya no confiaba ni un poco en Jimin, quizás lo estaba llevando hasta un lugar apartado para asesinarlo. Imaginó que su novio tenía en la otra mano un bolso que contenía un cuchillo y se lo enterraría sin dudarlo apenas llegaran a su destino. Para evitar eso, el pelinegro tenía un plan. Cuando Park Jimin le soltara la mano para sacar el cuchillo, correría como nunca en su vida mientras quitaba la cinta y terminaba su relación con el otro.

Soltó una risita al ver lo efectivo que era su plan.

—No quiero imaginar lo que estás pensando hyung —mencionó Jimin antes de soltarle la mano.

Y tal como lo planeó, Yoongi se echó a correr como alma que lo lleva el diablo, se tropezó con sus pies y quitó la cinta para darse cuenta de que estaba en un lugar bien iluminado y sencillo. Frenó antes de chocar con el otro extremo del pasillo, confundido.

Cuando se dió la vuelta para ver a Jimin lo vió a este sosteniendo unas llaves y observándolo con un rostro de decepción. Negó con su cabeza y entró a la habitación que abrió con su llave.

Decidió seguir a Jimin al percatarse de que sus suposiciones eran erradas, se sentía idiota y su corazón dolió cuando vió lo que estaba dentro de la puerta a la que su novio se había metido.

Un gran lienzo con un «Bienvenidos a casa» se encontraba al medio de una sala espaciosa. Cerró la puerta tras él y se instaló al interior de ese gran apartamento.

Half Lemon » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora