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Su vida siempre había estado oscilando entre la felicidad y la tristeza, entre la tormenta y la calma, por lo que era consciente de que en cualquier momento la tranquilidad con la que estaba viviendo se iba a acabar, solo que esta vez no contaba con que terminaría demasiado rápido.

El viernes de la semana siguiente a la visita de Jimin a su apartamento, Min Yoongi se enfrentaba a unas caras más que conocidas. Había transcurrido una semana perfecta en donde la composición que tenía que hacer con su compañero había resultado mejor de lo esperado, en donde ambos chicos se acercaron y conocieron mejor e incluso compartieron almuerzo frente a todos. Jimin iba siempre a buscarlo a su clase para que hicieran cosas juntos y a pesar de tener miedo de que Jaesung los viera, al ver la sonrisa en el rostro del menor, el temor y las dudas desaparecían casi al instante, y en su mente aparecía un nuevo cuestionamiento:

¿Qué tenía de malo ser amigo de Park Jimin?

La respuesta estaba frente a sus ojos.

El grupo de Jaesung lo tenía rodeado y acorralado en la parte trasera del edificio en donde se impartían las clases de Música, como la mayoría de las salas contaban con un aislante del sonido exterior, era el mejor lugar para realizar ciertos actos sin que alguien se diera cuenta. Los cinco chicos presentes tenían una sonrisa burlesca en sus labios, mientras que quien era el mayor responsable de todo aquello se acercó al cuerpo de Yoongi que, con anterioridad, había sido golpeado por los demás. Sentía su cuerpo muy adolorido y estaba decepcionado de sus decisiones, pensó que si no se hubiera acercado tanto a Park Jimin no le dolería tanto lo que estaba ocurriendo. No podía creer que aquél era el precio que debía pagar por estar a su lado.

—Ah~... Yoongi-ah -soltó en un suspiro Jaesung—. ¿Cuántas veces tendré que castigarte para que entiendas que hay ciertas cosas que no debes hacer? ¿Acaso no te ha quedado claro en todo este tiempo? ¿Eres idiota Yoongi-ah?

—Aquí los únicos idiotas que se comportan peor que un animal son ustedes —escupió Yoongi, como siempre ocurría, él era incapaz de quedarse en silencio.

Jaesung sonrió divertido y su rostro se vio más siniestro que de costumbre, un escalofrío recorrió el cuerpo de Yoongi. El chico que tenía al frente era unos centímetros más alto que él, pero podía apostar lo poco que tenía para asegurar que pesaba mucho menos, era más delgado, sin embargo, era muchísimo más fuerte que el menor de los dos, por lo que no podía comprender de dónde esta salía.

—¡Terminamos aquí! —anunció con un grito a los otros—. Ahora solo yo me encargaré de él.

Siempre pasaba lo mismo. Jaesung llamaba a unos cuantos chicos, de los cuales Yoongi desconfiaba sobre si eran parte de la universidad, estos se encargaban de hacer el trabajo sucio, lo golpeaban como si de un saco de boxeo se tratara, lo humillaban y luego se retiraban para dejarlos a solas con quien los mandaba. Y aquella era la parte que más detestaba, ya que Jaesung tenía una intimidante obsesión por Min Yoongi.

—Mi Yoongi-ah —murmuró con voz paternal mientras acariciaba la mejilla del mencionado—, no sé qué hacer contigo. No puedes acercarte a nuestro Jiminnie, él está prohibido para ti, ¿sí?

—¿Por qué? —cuestionó Yoongi por primera vez.

—Porque tú eres mío Yoongi-ah, me perteneces en todos sentidos y si te acercas a Jimin las cosas se complicarán un poquito.

Yoongi río y rápidamente se arrepintió de aquello, la herida que tenía en su labio inferior se abrió aún más y un hilillo de sangre comenzó a caer nuevamente por su mentón. Aun así, no quiso callar lo que tenía adentro.

—No entiendo cómo ustedes dos son amigos, Jimin es tan...

—¿Perfecto? —cuestionó Jaesung antes de reír escandalosamente—. ¿En serio crees que Jimin es una santa paloma? ¿Crees que no sabe todas las cosas que sus amigos hacen? Ah~ eres tan ingenuo Yoongi-ah.

Half Lemon » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora