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Al despertar Edd no estaba, tampoco la espada.

Me vestí con la misma ropa de ayer, solo cambiando la polera y la ropa interior, si de eso nos habíamos preocupado antes, todo lo necesario que nos cabrera en dos mochilas.

Baje luego de asearme un poco y me encontré con el señor amable que nos había arrendado la pieza.

-¿Ha visto a Edd?-Le pregunte con un tono preocupado en la voz. El señor me sonrió y me invito a tomar desayuno.

-Ha salido temprano, me ha dicho que le dijera que estaría en el bosque practicando con la espada. –Sonreí y acepte el té que me ofrecía.

Termine comiendo algunas tostadas con mermelada y hablado sobre el clima. A cada segundo le echaba una mirada impaciente hacia la puerta.

Me pareció imprudente revelar datos ya que Will podría encontrarnos, así que mentí respecto a todo lo que me pregunto. Menos que Edd antes había vivido ahí.

Luego de eso busque un abrigo y decidí dar una vuelta por el pueblo. El día estaba nublado pero el aire estaba tibio. Tenía toda la pinta que iba a llover. Prendí un cigarrillo con cuidado y camine por las calles, admirando todo. Todo me parecía como en un sueño, hace dos meses atrás jamás habría pensado que mi vida sería como ahora. Pero es muy raro como todo funcionaba.

Las cosas cambian, y nunca pararían de cambiar.

Mientras caminaba encontré una plaza. Tenía unos columpios a un lado y tuve una fuerte atracción por ir a sentarme a uno de ellos. Y eso hice.

Con un cigarrillo, sola en un día nublado, muy rápido me empezó a invadir la melancolía.

Todo era perfecto, y sentí lo de siempre. Que algo faltaba.

Alguien.

Tiré lo que quedaba del cigarrillo al suelo y mire el columpio vacío de al lado.

Cerré los ojos y me lo imagine a mi lado.

Me miraba con una pequeña sonrisa dibujo en su rostro.

-¿Por qué haces esto?-Me preguntó. Yo me encogí de hombros.

-Estoy triste y quiero desaparecer un rato.-Dije en voz alta.

Abrí los ojos y miré a mí alrededor. Tuve ganas de prender otro cigarrillo pero me contuve. Seguí con mi caminata, acercándome a l bosque que separaba la calle principal y me fui hacia el lugar donde había dormido. Saque algo de dinero de los bolsillos de la chaqueta de Edd y decidí buscar un local de comida.

Justo cuando salía por la puerta vi llegar a Edd. Estaba cansado, eso se veía a distancia. Llevaba a Nell consigo.

-¿A dónde vas?-Preguntó al verme.

-A... a comer algo.-Musité yo. Él sonrió.

-Espérame. Yo invito.-Y se metió a la casa. Me quede parada ahí, con las mejillas encendidas, pero cuando llegó, cambiado de ropa, solo me sonrió sin mencionar nada sobre la plata.

Me tomó de la mano y sonrió.

-Conozco un lugar donde venden los mejores cafés del mundo.-Musitó. Llevaba un gorro muy bonito puesto. Le tapaba todo el cabello y supuse que era para que nadie lo reconociera.

Llevaba un abrigo, pero tenía unos pantalones cortos que le llegaban hasta 5 dedos bajo la rodilla.

-Te ves gracioso, Edd.-Murmuré soltando una carcajada. Él sonrió. Solo un poco. Me acerco más a él y me susurró al oído:

-Seremos muy discretos. En público me llamas Andrew.-Yo asentí.-Prefiero que nadie me reconozca.

-Le dije que somos compañeros de universidad.-Dije. Luego negué con la cabeza energéticamente soltando una pequeña risita.-Digo... al tipo de la casa.

Tardes De OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora