(Ricardo)
Cuando procese lo que me acaba de decir Sandra, ya era tarde.
Como no tenía su número de teléfono, llame a Kate ella seguro que lo sabía, pero comunicaba, seguramente estará hablando con ella.
Sin pensármelo dos veces cogí el coche y me dirigí a casa de Roberto y Kate.
Aparque de cualquier manera frente a su casa. Toque el timbre. Roberto abrió la puerta.
-¿Rich? ¿Qué haces aquí? –pregunto.
Pero era obvio en su cara que sabía que hacia allí.
-¿Dónde está? –pregunte sin irme por las ramas.
-¿De qué...?
-¿Dónde está Sandra? No te hagas el tonto.
-Rich, ella a está yendo a su casa.
-Necesito encontrarla –le dije suplicando.
-Cariño, ves –apareció Kati llorando- ayúdale. Quiero que Sandy sea feliz.
-Claro que si amor –dijo dándole un beso.
Por fin nos subimos los dos al coche, Roberto conducía ya que él se sabía el camino y yo estaba nervioso. Se metió en la autopista, íbamos avanzando bastante rápido, adelantando a los demás coches.
-Tranquilízate –dijo Roberto.
Me di cuenta que estaba empezando a tener tics en la pierna.
-No puedo –dije sin quitar la vista de la carretera, buscando el coche de Sandra.
En cuanto lo vi empecé a apremiar a Roberto a ir más rápido.
(Sandra)
Conducía escuchando a Pol llorando aun desconsoladamente. Yo también iba llorando, pero llorando por dentro.
Un ruido en mi ventana llamo mi atención, mire de reojo y me quede impactada al ver a Ricardo y Roberto. Ricardo estaba picando mi cristal. Me hacía señales para que bajara la ventanilla.
-¿Ricardo? –pregunte sorprendida en cuanto baje la ventanilla.
-¡Para el coche tenemos que hablar!
-¿Te has vuelto loco quieres matarte? –pregunte al ver que tenía medio cuerpo fuera de su coche.
-¡Si es necesario lo hare, ahora para el coche!
Pare el coche en el arcén ganándome muchos pitidos de otros conductores. Ellos aparcaron justo detrás de mí. Salí del coche enfurecida.
-¿Qué demonios quieres ahora? –le grite en cuanto el bajo del coche.
-¿Lo que me has dicho antes es verdad? –pregunto serio, caminando hasta quedar frente a mí.
-Ricardo, por favor –dije al borde del sollozo.
-Te pregunto si es cierto lo que me has dicho antes.
-Todo lo que te he dicho esta mañana es verdad –admití, ya no podía seguir mintiendo.
-¿Y ahora a dónde vas? –pregunto mirándome fijamente.
-A casa.
-Lo sé, me lo ha dicho Roberto. ¿A dónde vas? –pregunto otra vez con tristeza en su tono.
-A mi casa donde puedo ser yo misma y estar feliz junto a Pol.
-No, no me lo creo. Puedes ser tu misma donde quieras. Creo que estas huyendo.
-Guárdate tus trucos para otra. Yo no estoy huyendo –dije girándome con la intención de volver a subir al coche.
-Mentirosa –le escuche decir a mi espalda.
-¿Qué has dicho? –pregunte girándome.
-Ya me has oído –dijo volviendo a acercarse a mí, esta vez quedando a un milímetro de tocarnos- mentirosa.
-¿Estáis bien? –pregunto Roberto desde el coche.
-Sí, ya puedes volver a casa –dijo Ricardo sin apartar la mirada de mí.
Puso sus manos en mis mejillas y acerco su rostro hasta el mío, tan lentamente que mataba, junto nuestros labios y jugueteo con mi lengua, profundizando el beso.
-¡MAMA! –grito Pol llorando desde dentro del coche.
Interrumpimos el beso. Saque a Pol del coche, manteniéndolo en mis brazos. Pol tenía la cara roja e hinchada de llorar, hasta el pelo lo tenía húmedo. Escondí mi cara en él cuando note que mis lágrimas volvían a los ojos.
Mote como los brazos de Ricardo nos envolvían a Pol y a mí. Pol se agarró a Ricardo por el cuello, él le cogió en brazos y lo apretó contra sí.
-Mama –lloraba Pol.
-Ya está. Todo está bien –le decía Ricardo, ahora también llorando.
Yo no podía hablar por culpa de las lágrimas.
-No te voy a dejar huir ¿me oyes? –dijo Ricardo pasándome el brazo por los hombros y acercándome a él para volver a besarme.
-Ahora vamos a volver a mi casa, nuestra casa.
Puso a Pol, que había dejado de llorar y le había entrado hipo, en la sillita. Ricardo se puso en el lado del conductor y yo de copiloto. Condujo de vuelta a su casa.
-¿A dónde vamos? –pregunto Pol hipando.
-A casa, a nuestra casa, bichito.
-Yo prefiero ser un pato –dijo Pol haciéndome reír.
Ricardo me mirado de ojo sonriendo.
-¿Un pato? Está bien, patito.
ESTÁS LEYENDO
Mi secreto
RomanceVolver a si ciudad natal por la boda de su prima, no va a ser tan fácil como pensaba y menos teniendo que enfrentar a su amor de instituto por él que tiene sentimientos ocultos. Está de vuelta la chica por la que está enamorado desde hace mucho tiem...